La carrera a la nominación demócrata va para largo. En solo cuatro días, todo ha cambiado sustancialmente: Joe Biden ha vuelto, como si resucitara entre los muertos, una remontada que recuerda a la que protagonizó Bill Clinton en las primarias de 1992. El veterano vicepresidente con Barack Obama e icono del establishment demócrata, ganó 10 de los 15 estados y territorios del supermartes. Los resultados no solo colocan a Biden con una ligera ventaja en delegados sobre Bernie Sanders, sino que han noqueado al único rival que le quedaba por el voto centrista, Michael Bloomnberg, quien anunció ayer su retirada tras su mal resultado. Sanders tuvo que consolarse con la victoria en California, pero ha perdido su condición de favorito.

Como sucedió hace cuatro años, la pelea vuelve a ser cosa de dos candidatos. Un duelo entre dos viejos zorros de la política, septuagenarios y blancos, los improbables supervivientes de la parrilla de salida demócrata más diversa de la historia. Un insurgente que aspira a transformar el capitalismo estadounidense frente a un hombre del aparato que aboga por devolver el civismo a la Casa Blanca.

Este supermartes solo aplaza la decisión definitiva porque queda mucha tela por cortar antes de que uno ellos alcance los 1.991 delegados que garantizan la nominación. El recuento preliminar, a falta de cerrarse el escrutinio en varios estados, da a Biden con 404 delegados frente a los 340 de Sanders, según The New York Times.

Lo que no quita que el martes fuera un gran día para el primero, que ha pasado en 72 horas de ser un candidato sin mensaje, dinero ni energía a aglutinar todo el voto moderado. Biden barrió en los estados sureños de Alabama, Virginia, Tennessee y Carolina del Norte, espoleado por el voto negro.

BASTIÓN PROGRESISTA / Ganó holgadamente en Arkansas, Oklahoma y Minnesota. Y dio la sorpresa imponiéndose en Tejas y en el bastión progresista de Massachusetts. «Estoy aquí para informaros de que estoy más que vivo que nunca», exclamó pletórico en California, antes de fustigar a todos aquellos que dieron sus ambiciones por muertas tras los desastrosos resultados que obtuvo en la triada de estados que abrieron las primarias.

Biden se lo debe todo a los afroamericanos y a los movimientos tectónicos en el seno del establishment para frenar la revolución sanderista. Su nueva vida comenzó el sábado, cuando se impuso de forma incontestable en Carolina del Sur, donde supo capitalizar sus años al servicio de Obama. Pero todo se aceleró en las últimas 48 horas con las inesperadas renuncias de Pete Buttigieg y Amy Klobuchar antes del supermartes. Ambos respaldaron al exvicepresidente, en una maniobra que sirvió para acabar en gran parte con la fragmentación del voto centrista. Un círculo que se cerró ayer con la renuncia de Bloomberg y su apoyo a Biden.

Esos votos delegados le permitieron ganar en estados donde no había hecho campaña, ni tenía casi oficinas o donde su propaganda electoral palideció frente a la de sus rivales. La mayoría de indecisos que decidieron a última hora, apostaron por Biden, según las encuestas a pie de urna. «Ahora es todos contra nosotros», reconoció la campaña de Sanders.

Pero el socialdemócrata no ha dicho la última palabra. Sigue teniendo más dinero que su rival y un movimiento de masas solo comparable al de Donald Trump, aunque sus ambiciones para expandir el electorado llevando hasta las urnas a la población que raramente vota no se están materializando. Sanders ganó en California, el premio gordo de la noche, arrasó en su feudo de Vermont y se impuso en Utah y Colorado.

EVENTUAL RETIRADA / «Esta noche puedo aseguraros con absoluta confianza que vamos a ganar la nominación demócrata y vamos a derrotar al presidente más peligroso de la historia de este país», dijo en Vermont. Su mejor esperanza pasa ahora por una eventual retirada de Elizabeth Warren.

Los candidatos que deja el supermartes rondan los 78 años. Sanders es el candidato de los progresistas, los hispanos y los menores de 45 años, particularmente de los milenials, que sueñan con un revolcón al sistema. Biden es el de los moderados, los negros y los mayores de 45 años, Es el idealismo contra el pragmatismo, el futuro contra el pasado, la brecha generacional e ideológica que está marcando estas primarias.