Apenas tiene respaldo de los grandes partidos políticos o de la calle, pero el economista Salam Fayyad está logrando imponer nuevos bríos a la deprimida Cisjordania. Desde que fuera nombrado por decreto primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) a mediados del 2007, la seguridad ha vuelto a las ciudades, la corrupción se ha reducido, las instituciones se han reforzado y las inversiones públicas y privadas se han reactivado.

En los cambios intervienen dos factores decisivos: la campaña de seguridad lanzada por la ANP, con apoyo de EEUU y Europa, para restablecer el orden y estrangular a Hamás, y la reducción de las trabas israelís al movimiento.

Cambios notables

Los efectos son claros. La policía controla las ciudades cisjordanas. Ya no se ven milicianos armados. Hasta se imponen multas por no usar cinturón de seguridad. El cambio es tan notable que hasta Israel lo reconoce. Algunos controles militares se han levantado. Después de muchos años, además, Israel ha vuelto a permitir a sus ciudadanos árabes entrar a Cisjordania, un flujo beneficioso para el turismo y el comercio. "La situación económica sigue siendo difícil, pero hay más confianza. La gente se siente segura y es más fácil moverse", opina el empresario, Ahmed Abu Farja.

En Yenín, donde reside, ha abierto un lujoso centro comercial y se ultima la construcción de un cine y un hotel. En Belén se levanta un parque industrial con ayuda francesa. Nablús acaba de inaugurar su primer y único cine en 20 años. Y en Ramala proliferan cafés, restaurantes y edificios de apartamentos.

Paradójicamente, la crisis económica mundial está ayudando a resucitar a la moribunda Cisjordania. "Muchos empresarios palestinos han regresado de EEUU o del Golfo y han abierto aquí nuevas compañías", afirma Bashar Abu Ghanam, asesor del ministerio de Economía. Este año casi 900 se han registrado.

Samir Hazboun, líder de la Cámara de Comercio de Belén, dice que lo malo es que casi todas se dedican a servicios o construcción. "Necesitamos una economía productiva, pero nadie invierte en industria porque Israel dificulta la entrada de materias primas y la salida de los productos. En dos años, no ha abierto una sola fábrica en Belén".

A la confianza de los empresarios está contribuyendo, según varias fuentes, la seriedad del Gobierno de tecnócratas del independiente Fayyad, formado en los despachos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Queda mucho por hacer pero hay progresos. Los ingresos de la ANP se centralizan en una cuenta única; al final de año se publican balances abiertos y los empleos públicos, en vez de otorgarse a dedo, se dirimen en concursos públicos. En los tribunales se aplica justicia.

El año pasado investigaron ocho casos por corrupción y, en todos ellos, los acusados fueron declarados culpables, según la oenegé Transparency Palestine. Desde un exjefe de la Corporación Palestina del Petróleo, acusado de robar un millón de dólares, a un subsecretario del Ministerio de Interior, que desviaba fondos a una oenegé ficticia de su mujer.

Sin embargo, es pronto para saber si Cisjordania podrá salir del pozo. Su capacidad de expansión económica está muy limitada porque Israel impide a los palestinos utilizar el 60% del territorio, la llamada Area C de los Acuerdos de Oslo.