El jefe del Gobierno italiano, Matteo Renzi, ha avisado oficialmente a Bruselas: “Ingresamos 20.000 millones de euros a la UE y recibimos solo 12.000, se llevan nuestro dinero y luego hay países que no respetan los acuerdos y levantan muros”. Ha asegurado que Italia “seguirá adelante” en sus políticas de acogida de los inmigrantes y refugiados que nadie acepta en Europa, pero que el país necesita una mayor flexibilidad presupuestaria.

“Me importa un comino”, había dicho poco diplomáticamente Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. “Nadie nos parará, porque no somos la hucha de quien levanta muros”, le respondió sin pelos en la lengua el primer ministro italiano. Añadió que si era necesario “Italia bloqueará los presupuestos de la UE” y este martes ha pasado de las palabras a los hechos, enviando aBruselas un primer aviso en este sentido.

El eurodrama sobre el nivel de déficit público que Italia quiere para el 2017 -2,3%, equivalentes a unos 6.000 millones de euros-- tuvo lugar entre Italia y Bruselas hace dos semanas y no se entendió del todo si el altercado era real. O bien si Juncker y Renzi escenificaban para el público una actitud necesaria para Renzi para sus políticas internas enRoma y para Juncker de cara a las exigencias alemanas de proseguir en el rigor y la austeridad.

PESO EN EUROPA

Renzi está buscando un lugar de peso para Italia en Europa, al lado de Alemania y de Francia, sobretodo desde el 'brexit'. Probablemente apunta a tener un papel semejante al de Alcide De Gasperi, que tras la segunda guerra mundial fue uno de los fundadores del primer embrión de la UE y que ahora podría ser un motor para lo que sea, mañana, la nueva Europa. De ser así, Renzi tiene seguramente que sanear antes su país, en el que los capitales extranjeros no invierten o invierten poco por causa de sus farragosas leyes y la legendaria lentitud de su administración de justicia. En la Italia unida (1870), las burocracias borbónicas de Nápoles y papalinas de Roma no han desaparecido.

Dado que el país no ha realizado en los últimos años ninguna reforma importante en la estructura del Estado, que es la misma que tenía después del fascismo y de la segunda guerra mundial, Renzi ha proyectado el mayor cambio de la Constitución desde 1948, que será votado por todos los italianos el próximo 4 de diciembre.

Probablemente Renzi, que mantenía una relación personal con el presidente de EEUU, Barack Obama, no podrá contar con el apoyo de Donald Trump para sus reformas, ya que el presidente electo tiene unas posiciones políticas distantes de las del líder de los progresistas italianos y, además, no tomará posesión del cargo hasta enero del 2017.

APOYO DE MERKEL Y OBAMA

Sin embargo, antes de las elecciones estadounidenses, la cancillera alemana Angela Merkel dijo estar “impresionada” por las novedades de Renzi. “Son reformas positivas ”, había añadido Obama. Con estas credenciales de apoyo y después del 'brexit', Renzi está ahora empeñado en que Italia entre en la modernidad política como ya hicieron hace años países como Portugal, España o Irlanda.Los aliados de Italia necesitan, además, que el país, con una deuda pública del 132,6% (Grecia, 175,1%; Alemania, 78,4%), sea fuerte y estable, porque “es demasiado grande para quebrar”. El momento crucial para Renzi y para Europa será el referéndum de diciembre.

Los sondeos, que desde hace años no aciertan en ningún país, dan el 'sí' y el 'no' a los cambios constitucionales muy igualados. Renzi quiere un 'sí', el sector más izquierdista de su partido votará 'no' y así también todas las oposiciones de centro y de derecha. De manera que Renzi está solo, tal vez como Trump con una mayoría silenciosa por ahora anónima.

MARGEN DE FLEXIBILIDAD

Entre el 2014 y el 2015 Italia ya consiguió de Bruselas un margen de flexibilidad sobre el déficit equivalente a unos 19.000 millones, gracias a que, en solitario, soporta la mayor carga de inmigrantes que llegan del sur (unos 160.000 en el 2016). Además, ha conseguido que Merkel viaje a África para intentar frenar desde allí, con campos de refugiados y acuerdos de cooperación económica, a los inmigrantes que suben hacia el Mediterráneo.

Ahora se han añadido los destrozos multimillonarios que causaron los terremotos de agosto y octubre en Italia central. “¡Las escuelas se hunden y Bruselas nos pide rigor!”, exclama Renzi.

“Para el 2017, Italia había prometido un déficit del 2,3 % del PIB y ahora propone el 2,4”, lamentan en Bruselas. El 0,1% de diferencia equivale a 1.600 millones de euros, una cifra casi irrisoria, pero que rompe con la austeridad exigida por Bruselas y Alemania, país que con unas elecciones generales a la vista en el 2017 necesita mostrar a sus electores internos el puño duro de la UE.

COLISIÓN CON BRUSELAS

Habrá que ver si Renzi prosigue su colisión con Bruselas y si la UE concederá, “a la italiana”, o sea sin acuerdos demasiado formales, otra mayor superación del déficit para favorecer la cita con el referéndum.

Marin Wolf, director asociado del 'Financial Times', ha escrito que “un ‘no’ [al referéndum] no cambiará nada que sea fundamental, pero levantará dudas sobre la estabilidad política y eso puede ser importante para la economía”. Además, un ‘no’ tal vez devolvería a Italia al limbo de la insignificancia política en Europa, lo que no sería positivo para nadie.