La presidencia sueca de la UE consiguió ayer encarrilar un compromiso para que el presidente checo, el antieuropeísta Vaclav Klaus, deje de bloquear en solitario el Tratado de Lisboa y la reforma institucional europea. El pacto se basa en una declaración política de los líderes de los Veintisiete que excluye la aplicación de la Carta de Derechos Fundamentales europea en la República Checa, como exigía Klaus, pero que no requerirá la reapertura del proceso de ratificación del Tratado por parte de los 26 estados que ya lo han hecho, según fuentes comunitarias.

Esta declaración se adoptaría formalmente durante el Consejo Europeo que celebrarán el 29 y 30 de octubre en Bruselas los jefes de Estado y de Gobierno de la UE. La declaración política adquiriría un carácter jurídico vinculante como protocolo anexo al Tratado de Adhesión del próximo Estado que se integre en la UE, probablemente Croacia, cuyas negociaciones podrían acabar a finales del 2010.

BUENA ACOGIDA EN PRAGA "El presidente Vaclav Klaus ha recibido una propuesta de la presidencia sueca de la UE que es la respuesta a su reivindicación concerniente a la ratificación del Tratado de Lisboa por parte de la República Checa", indicó un comunicado oficial de la presidencia checa. "Esta propuesta corresponde a lo que había pedido el presidente y es posible continuar el trabajo sobre esta base", añade el comunicado.

El primer ministro sueco y presidente semestral de la UE, Fredrik Reinfeldt, expresó su satisfacción por la favorable acogida de Klaus a la fórmula de compromiso y dijo que "la presidencia de la UE continuará trabajando en ella de cara al Consejo Europeo de la semana próxima".

"Hay negociaciones sobre la forma concreta y el contenido final de la derogación", precisó el ministro checo de Asuntos Europeos, Stefan Füle, que se mostró "optimista" sobre un resultado final satisfactorio y precisó que el texto de la declaración será de carácter "general". La presidencia sueca subrayó también que las negociaciones no han concluido, y que es prematuro echar las campanas al vuelo.

El Tratado de Lisboa reforma las instituciones europeas, agiliza la toma de decisiones, refuerza los derechos de los ciudadanos, dota a Europa de una mayor capacidad de actuación en la escena internacional y debería permitir a la UE funcionar con eficacia, con 27 o más estados miembros. Hasta que no esté ratificado por todos los países no podrá entrar en vigor.

La República Checa es el único país que aún no ha ratificado el Tratado, a pesar de haber sido aprobado por el Parlamento. Al quedarse aislado, Klaus exigió en el último minuto que la Carta de Derechos Fundamentales no se aplicara en su país, aunque ni el Gobierno ni el Parlamento nacional habían nunca planteado esta demanda.

Gran Bretaña y Polonia negociaron en su momento la no aplicación de la Carta de Derechos en su territorio para evitar que los británicos dispongan de los mismos derechos sociales que en el continente, y para proteger las conservadores leyes polacas sobre la familia.

Klaus justificó esa inesperada exigencia con el argumento patriótico de garantizar que los tres millones de alemanes expulsados de la región de los Sudetes tras la segunda guerra mundial no puedan apoyarse en la Carta de Derechos Fundamentales para reclamar la restitución de sus propiedades, confiscadas en base a los decretos dictados por el entonces presidente de Checoslovaquia, Edvard Benes (1884-1948).

PURA FALACIA En medios comunitarios, se cree que ese argumento es una pura falacia sin validez jurídica que ha planteado Klaus para intentar salvar la cara, al no poder resistir la presión de sus socios europeos. Klaus, que ha comparado a la UE con la URSS, ha mostrado un rechazo frontal al Tratado de Lisboa, que ha calificado de "amenaza para la democracia y la libertad".