Florencio Avalos regresó de las tinieblas con gafas oscuras que limitaban su visión, sin saber que era mirado por un mundo. Mil millones de personas observaron magnetizados su ascenso y le dieron a la historia de los 33 de Atacama un carácter planetario. Incluso la NASA saludó la proeza. El rescate, que el Gobierno de Chile esperaba concluir anoche sin sobresaltos, incluyó muchos de los requisitos que reclama el entretenimiento. Hombres cuya suerte estaba echada --algo que suele ocurrir en las catástrofes-- vuelven a la vida en una cápsula llamada Fénix. Hasta los nombres subrayaron el carácter épico y trascendental de un suceso de gran interés humano que se benefició de una cobertura mediática sin precedentes.

La operación San Lorenzo fue, también, resultado de una decisión política: tuvo un coste de 22 millones de dólares (casi 16 millones de euros), pero algunos creen que es mucho más. Los mineros fueron saliendo a la superficie con un cálculo cronométrico: cada 40 minutos. Perfecto. El ministro de Salud, Jaime Mañalich, estaba ayer exultante. "Las cosas van extraordinariamente bien hasta el momento. Mejor de lo previsto. Los tiempos del traslado están siendo menores, la cápsula no está sufriendo daños, los sistemas de comunicación funcionan bien".

PROTOCOLO CUMPLIDO Los mineros decidieron finalmente acatar el protocolo de rescate en todos sus aspectos. "Han aceptado hospitalizarse al menos dos días, es poco probable que alguno se niegue a recibir estas medidas mínimas de precaución".

Las horas de ejercicio en el socavón, los masajes musculares, la alimentación estricta y el trabajo de limpieza de barro y rocas al que los 33 estuvieron dedicados en vísperas del final de la odisea, resultaron fructíferos. "Se ve que están en una situación nutricional aceptable y, en general, tienen una buena actividad neurológica y un buen tono muscular: se mueven de manera apropiada, movilizan bien las cuatro extremidades y mantienen la cabeza erguida", comentó Paulo Granata, jefe de Urgencias del Hospital Clínico de Chile.

La NASA, que colaboró en los esfuerzos y ayudó a diseñar la cápsula Fénix, destacó la "inquebrantable determinación" del pueblo chileno para lograr el rescate de los mineros. "Su férreo compromiso es la razón por la cual somos testigos de los reencuentros alegres y emotivos de hoy, cuando los mineros regresan a la superficie uno a uno", afirmó el administrador de la agencia espacial, Charles Bolden.

Mario Sepúlveda, el segundo de los mineros en subir, osciló en su discurso entre la jocosidad, festejada por los políticos y periodistas, y el realismo descarnado. "Oye, el Mario llegó echando la talla" (haciendo chistes), le dijo el socorrista Pedro Gallo, por radio a Luis Urzúa, el último de los mineros en salir.

TRAS LA BROMA, LA DENUNCIA Sepúlveda abundó en chascarrillos, pero, de repente, se puso serio. "No quiero que me traten como artista ni como animador". Y, de inmediato, habló de las cosas que le interesaban: la escasa seguridad con la que trabajan los mineros en las pequeñas y medianas empresas. "Este país tiene que entender que hay que hacer cambios".

El espectáculo se comió por momentos al drama humano y social. Avalos, de 31 años, el primer rescatado, tiene un hijo de la mitad de su edad. La paternidad y el embarazo adolescente es un grave problema en Chile y no solo afecta a este minero.

TONO DE CULEBRON Yonny Barrios, el operario que ascendió en el lugar 21, no pudo evitar que se hablara de él en tono de culebrón: Yonny, el de las dos mujeres. La conductora de un telediario sermoneó en directo a su abuela por la poligamia.

La minería es la principal actividad del país. "La gran riqueza de Chile no es el cobre, son los mineros", dijo ayer el presidente, Sebastián Piñera. Horas antes de que se iniciara el rescate, en Santiago se presentó el grupo de rock Rage Against the Machine. Minero soy/a la mina voy/ a la muerte voy/ minero soy/Abro/Saco/Sudo/Sangro. La escribió Víctor Jara, asesinado en 1973.