Negar lo innegable, la existencia de las cámaras de gas en las que los nazis exterminaron a millones de judíos, ya le había costado al historiador británico David Irving su carrera, su reputación y el patrimonio económico. Ahora el conocido revisionista, cuyas tesis tanto complacen a la extrema derecha, se expone a una condena de hasta 20 años. Irving, de 67 años, se halla detenido en Viena desde hace una semana, acusado de negar el Holocausto, algo que en Austria, como en una decena de países europeos, es un delito.

Las autoridades austriacas decidirán en breve si procesan al polémico profesor, que entró ilegalmente en el país, donde ya fue detenido y expulsado en 1984. Cuatros años más tarde, los tribunales austriacos le juzgaron en rebeldía y fue condenado por pronunciar dos discursos negando las atrocidades cometidas por Adolf Hitler.

Chivatazo

Irving aceptó participar la pasada semana en un encuentro en Viena, preparado por la organización estudiantil Olympia, que promulga el odio hacia los inmigrantes y divulga ideas racistas. Una patrulla de la policía, alertada de su presencia por un chivatazo, le impidió subir a la tribuna de oradores.

El encierro en el calabozo vienés es el último incidente vergonzoso para quien en otro tiempo fuera un respetado, aunque controvertido docente. "No creo que sea un historiador significativo. Me parece que es innegable su extremismo político", señala el historiador de la Universidad de Cambridge Richard J. Evans. Irving siempre ha defendido en sus libros la tesis de que se ha exagerado la magnitud del exterminio judío por parte de los nazis durante la segunda guerra mundial. También sostiene que Adolf Hitler no supo nada ni participó en la llamada solución final.

Hace cinco años, el revisionista cometió el error de llevar ante la justicia inglesa a una colega americana, Deborah Lipstadt, por describirle como un "negador del Holocausto".

La denuncia fue un ejemplo de cómo los nazis tratan de manipular la verdad histórica. "Ni uno solo de sus libros, discursos o artículos, ni una de sus frases refleja con veracidad los temas históricos. No es posible fiarse de lo que Irving cuenta, escribe o habla", dice el profesor Evans, cuya declaración fue decisiva en la condena.

"Mentiroso" y "racista"

La sentencia arruinó la reputación de Irving. En un veredicto de 334 páginas, el juez del alto tribunal, Charles Gray, le tachó de "antisemita", "racista", "mentiroso" y "falsificador". Irving "es un activo negador del Holocausto, antisemita, racista y asociado con la extrema derecha para promover el nazismo", concluía Gray.

Una posterior apelación al veredicto sólo sirvió para aumentar los gastos de un proceso que arruinó al historiador. Obligado a pagar tres millones de euros (casi 500 millones de pesetas), Irving no tuvo más remedio que declararse en bancarrota.

Los grupos antinazis británicos se han felicitado de la decisión de las autoridades austriacas. Lord Greville Janner, presidente del Holocaust Educational Trust, espera que la detención "concluya en un procesamiento". De la misma opinión es Stephen Smith, del Holocaust Memorial Day, para quien negar el exterminio judío, no puede considerarse como un mero asunto de opinión.