El enfrentamiento entre el Gobierno de Evo Morales y los autonomistas de las regiones orientales de Bolivia se tiñó ayer de sangre. Cuatro personas murieron y otras 30 resultaron heridas en la localidad de Cobija, en el departamento de Pando, tras un choque entre regionalistas y campesinos e indígenas simpatizantes del Movimiento al Socialismo.

El ministro de Gobierno, Alfredo Rada, aseguró que indígenas que intentaban manifestarse contra el "golpe de Estado" fueron atacados por "grupos de choque". "No es así, acá hay sicarios que vinieron de afuera. El Gobierno actúa así en todo el país", dijo el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández. El peligro de una escalada mayor de violencia dejó de ser una conjetura. La tensión comenzó a subir desde que Morales fue ratificado en su cargo con casi el 68% de los votos y, a la vez, los prefectos obtuvieron en sus regiones sendas victorias. El Gobierno convocó una consulta para aprobar el 7 de diciembre una Constitución que sus adversarios califican de totalitaria. El Gobierno insiste en que la ola de protestas no es casual ya que ha comenzado tras la reunión del prefecto cruceño, Rubén Costas, y el embajador norteamericano, Philip Goldberg.