Si el lunes tuvo que esperar 15 minutos por "razones de seguridad" en un puesto de control militar israelí antes de poder entrar en Ramala, ayer, por voluntad propia, se enfrentó a la imagen del muro de hormigón que ha transformado Belén en una ciudad enjaulada y deprimida.

En un inusual acercamiento al impacto de la ocupación israelí en la vida de los palestinos de a pie, la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, aparcó la diplomacia para visitar la cuna de Jesús y dialogar con sus residentes. "Para mí es una forma de recordar que el Príncipe de la Paz sigue con nosotros", dijo al salir de la Gruta de la Natividad, donde ofrendó una vela y se entregó a la oración.

Hija de pastores presbiterianos y cristiana devota, Rice apeló al "poder reconciliador" de la fe para "superar diferencias y aparcar agravios", y prometió ayudar a mejorar la vida palestina. Rice comprobó cómo el desplome del turismo ha obligado a la mayoría de comercios a cerrar y ha disparado el paro al 60%.

La dirigente estadounidense necesitará un acto de fe de cara a la cumbre árabe-israelí de Maryland. El pesimismo es notable. En Ramala, el presidente palestino, Mahmud Abbás, recordó que no irá a la cumbre a cualquier precio.