Han sido necesarios 13 días de guerra, casi 400 libaneses y 37 israelís muertos, una destrucción en el Líbano valorada en un billón de dólares y el sufrimiento de 700.000 libaneses desplazados para que la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, apareciera ayer por Oriente Próximo y pronunciara en serio las palabras "alto el fuego". Eso sí, un alto el fuego "urgente" (que no inmediato) y "sostenible", lo que significa que Washington apoya a pies juntillas los objetivos declarados por Israel al inicio del conflicto: entrega incondicional de los dos soldados capturados por Hizbulá y la retirada de la milicia chií a 20 kilómetros de la frontera con el Estado hebreo.

Siguiendo la moda instaurada en Irak --y que tanto dice de cómo le van las cosas a EEUU en esta zona--, Rice aterrizó ayer por sorpresa en Beirut en su camino a Israel, donde llegó anoche para entrevistarse hoy con el primer ministro, Ehud Olmert, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás. En la capital libanesa, Rice elogió "el coraje y la determinación" del primer ministro libanés, Fuad Siniora, y se mostró "profundamente preocupada por el pueblo libanés y la situación que está afrontando".

LA RESPONSABILIDAD Eso sí, Rice culpó a Hizbulá --y no a las bombas del Estado hebreo-- de la crisis humana, y afirmó que no habrá un alto el fuego hasta que la milicia chií no acceda a las condiciones israelís. Rice propuso que el Ejército libanés se despliegue en la frontera con el apoyo de una fuerza multinacional, en la que la UE ya se ha mostrado dispuesta a participar. En Londres, el primer ministro británico, Tony Blair, afirmó, tras entrevistarse con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, que en los próximos días se presentará un plan para poner fin "a la catástrofe que sufre el Líbano y su frágil democracia".

La conferencia de Roma que se celebrará mañana será probablemente el lugar en el que la comunidad internacional escenifique su apoyo a las condiciones israelís para poner fin a la ofensiva en el Líbano. Incluso los países árabes que acudirán a Roma --Egipto y Arabia Saudí-- apoyan la retirada de Hizbulá y la presencia de una fuerza multinacional, aunque matizan que el Gobierno libanés y el israelí deberían negociar directamente el asunto de los prisioneros.

CONSENSO Existe, pues, un consenso internacional alrededor de la idea de que el pro-occidental Gobierno de Siniora debe imponer su autoridad sobre Hizbulá, aunque nadie explica cómo será capaz de lograr, bajo ataque israelí y de inmediato, lo que no ha logrado en un proceso político interno de más de un año. Siria es un actor clave, pese a que Israel dejó claro ayer que Damasco no puede ser una parte activa en el proceso diplomático para evitar una rehabilitación del régimen de Bashar al Asad.

La actividad diplomática de EEUU llega cuando la ofensiva sobre el Líbano, según fuentes militares israelís, amenaza con estancarse. Para lograr sus objetivos por la vía bélica, Israel está casi abocado a una operación terrestre, a la que se resiste por las malas experiencias en el pasado. Tampoco es desdeñable el precio a nivel de imagen que el Estado hebreo está pagando a causa de las imágenes de muerte y destrucción que vienen del Líbano.

La UE anunció ayer que aportará 10 millones de euros a la ONU para los desplazados por la ofensiva israelí, mientras la Casa Blanca ordenó el envío de ayuda humanitaria por helicóptero y barco, utilizando la logística que hasta el momento ha empleado para evacuar a casi 12.000 ciudadanos estadounidenses.