Con un no sin paliativos, la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, respondió ayer a la última propuesta formulada por las autoridades iranís para poner fin al contencioso atómico. "Pienso que quieren jugar a ser los más astutos", declaró Rice un día después de que Teherán planteara permitir las inspecciones sorpresa a sus instalaciones a cambio de que el dosier salga del Consejo de Seguridad y regrese al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA).

Más que plantear nuevas propuestas, el Gobierno iraní debería ante todo, a juicio de Rice, "demostrar su buena fe, suspendiendo el enriquecimiento de uranio y respondiendo a la lista de exigencias de la OIEA y del Consejo de Seguridad, y entonces regresando a la mesa de negociaciones". Según se deduce de las palabras de la secretaria de Estado de EEUU, la lectura que hace la Administración Bush acerca de la última oferta de Irán consiste en que las autoridades iranís comienzan a preocuparse por las consecuencias que podría acarrear su negativa a detener su programa de enriquecimiento de uranio.

Por el momento, no existe un consenso entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad en torno a la necesidad de imponer sanciones, según se deduce de las declaraciones oficiales. China, por boca de su embajador ante el máximo organismo de la ONU, Wang Guangya, considera contraproducente e incluso "peligroso" recurrir al Consejo para obligar a Irán a detener el enriquecimiento de uranio. "Se trata de un problema técnico y no creo que el Consejo de Seguridad, como organización política, efectúe semejante trabajo", enfatizó.

Las autoridades iranís insisten en que no les preocupa la amenaza de las sanciones. El número uno del programa nuclear iraní, Alí Larijani, advirtió de que su país continuaría desafiando al Consejo. "Irán no implementará ninguna resolución obligada", espetó Larijani.