Oficialmente la negociación presupuestaria no está en la agenda de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea de este jueves y viernes en Bruselas. Sin embargo, la amenaza de bloqueo de Polonia y Hungría del techo de recursos propios con el que financiar el nuevo fondo de recuperación de 750.000 millones -por su negativa a aceptar la condicionalidad de las ayudas al respeto del Estado de derecho- y la exigencia de más dinero fresco del Parlamento Europeo para el nuevo presupuesto 2021-2027 dotado con 1,074 billones- amenazan con envenenar la tercera cumbre presencial de líderes comunitarios desde la irrupción de la pandemia.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, no ha previsto ningún debate y desde su equipo insisten en que es "prematuro" plantearlo porque continúan las negociaciones interinstitucionales entre Consejo y Eurocámara. Pero diversas delegaciones dan por hecho que será imposible esquivar la discusión. En primer lugar, porque el primer político en tomar la palabra este jueves será el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, durante el tradicional intercambio de impresiones con los líderes europeos.

Los negociadores de la Eurocámara siguen insatisfechos con las propuestas de la presidencia alemana de la UE --que negocia en nombre de los Veintisiete--, y reclaman un aumento del gasto de 39.000 millones. Según sus cuentas, esta partida adicional podría lograrse aumentando el techo neto del presupuesto en 9.000 millones, sacando del techo de gasto 13.000 millones en intereses del fondo de recuperación así como de otros recursos no utilizados.

POLÉMICA EN TORNO A LAS CIFRAS

La presidencia alemana de la UE ha rechazado estas cifras y ha avisado de que dispararían el presupuesto en 90.000 millones. Un montante que ha encendido este miércoles la Eurocámara. "Inflan las cifras del Parlamento para presentarnos como irrealistas y poco fiables", ha reprochado el eurodiputado Johan Van Overtveldt, acusando a Berlín de diseminar información distorsionada y de querer sacar el dinero de los márgenes y la flexibilidad del presupuesto que debería utilizarse para imprevistos.

Pese al envenenado ambiente, el terreno de discusión parece a priori bastante acotado. Todos los diplomáticos consultados insisten en que elevar el techo de gasto significaría reabrir el acuerdo del pasado 21 de julio y poner en riesgo todo el paquete: el marco financiero plurianual para los próximos siete años, el fondo de recuperación, el techo de recursos propios y la condicionalidad de los fondos respecto del Estado de derecho. "No hay margen para ir más allá. Lo que quiere el Parlamento Europeo no es posible", zanja un diplomático del norte de Europa. E insiste en que la única vía posible es encontrar los recursos en los márgenes del presupuesto sin aumentar el techo de gasto.

ESPAÑA, SATISFECHA CON EL PACTO

"Los lideres estuvieron cinco días para llegar a un acuerdo que costó sangre, sudor y lágrimas. La posición de España es que no se puede reabrir el debate", coinciden fuentes de Moncloa, preocupadas por las consecuencias de un bloqueo para la llegada de los 140.000 millones asignados a España y satisfechas con el equilibrio logrado en julio. "Para lograr el acuerdo clave para la recuperación ha habido que hacer sacrificios en el marco financiero plurianual. Lo saben todos en el Parlamento. Habrá que buscar dentro del acuerdo para acomodar los deseos de gobernanza y las cantidades dentro del techo actual porque no podemos andar ahora, por 10.000 o 15.000 millones en esta especie de océano de cifras en que nos movemos de un billón y pico, bloqueando algo de lo que depende mucho la salida de la crisis", aseguran fuentes diplomáticas en Bruselas.

Además de la cantidad del presupuesto el gran escollo es la condicionalidad. Para que entre en vigor el instrumento para la recuperación y resiliciencia, el principal pilar del fondo, es necesario que los 27 parlamentos ratifiquen por unanimidad el techo de recursos propios y Polonia y Hungría han dejado claro que no lo harán si se condicionan las ayudas. El problema es que sin un mecanismo potente para luchar contra la corrupción o la mala utilización de fondos, los países nórdicos y el Benelux tampoco aceptarán el acuerdo.