La desaparición en Irak de casi 400 toneladas de diferentes tipos de explosivos de gran capacidad destructiva ha hecho sonar todas las alarmas, y puede salpicar al presidente de EEUU, George Bush, en la recta final de la campaña para las elecciones del 2-N. El material, con capacidad para detonar armas nucleares, se ha desvanecido de un depósito de Bagdad cuya vigilancia era responsabilidad de las tropas de EEUU. Entretanto, la violencia se cobró ayer la vida de 13 iraquís, de un soldado estonio, un búlgaro, además de un militar estadounidense y un diplomático de la misma nacionalidad.

La desaparición del material fue revelada por The New York Times . Poco después, la portavoz de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Melissa Fleming, confirmó la información. Fleming advirtió del peligro que supone que los explosivos pudieran estar ya en manos de grupos terroristas, ya que tienen capacidad para destruir edificios y aviones en pleno vuelo.

IGNORANCIA DE EEUU Según el diario norteamericano, los explosivos empezaron a desaparecer del depósito Al Kakaa, una instalación militar utilizada del régimen de Sadam Husein, en abril del 2003, justo después de la invasión de Irak. La AIEA no supo de ello hasta octubre.

Cinco días después, el director de la agencia, Mohamed El Baradei, advirtió de la gravedad de la situación a las autoridades estadounidenses. El rotativo asegura que la consejera de seguridad nacional de EEUU, Condoleezza Rice, no se enteró de lo que estaba pasando hasta este mes de septiembre. El diario dice ignorar si el presidente Bush estaba al tanto de lo ocurrido. Los analistas se preguntan ahora cómo es posible que una instalación tan importante, que almacenaba un volumen tan importante de explosivos de gran potencia, no estuviera custodiada. Ahora, los expertos estadounidenses temen que el material sea utilizado contra las fuerzas de EEUU.