El ministro ruso de Defensa, Serguei Ivanov, hacía ayer la señal de la victoria con la mano. "Nuestros hombres han probado su firmeza y su fuerza de carácter", se felicitó el ministro. "Son nuestros héroes", añadió Ivanov, "que no haya miedo de utilizar esta palabra". La operación de rescate del submarino de bolsillo AS-28, atrapado a 190 metros de profundidad en el Pacífico, llegó a su fin, y los siete marineros atrapados fueron rescatados sanos y salvos.

Cinco años después del naufragio del submarino Kursk , en el cual perecieron 118 marinos rusos, el salvamento del batiscafo AS-28 ha sido recibido como la prueba de que Rusia ha aprendido las lecciones del pasado y ha hecho todo lo posible para salvar a sus marinos. Contrariamente a lo que sucedió hace cinco años, la flota rusa lanzó, en esta ocasión, un llamamiento internacional y ha sido finalmente un aparato teledirigido británico, el Scorpio 45 , el que ha conseguido librar al batiscafo de los cables que lo retenían en el fondo submarino del Pacífico.

LLEGADO DESDE ESCOCIA Enviado por avión el sábado desde Escocia hasta Kamchatka, el robot consiguió en pocas horas cortar los cables en los que se había enredado el submarino. Una vez libre, el AS-28 alcanzó la superficie por sus propios medios.

Los siete rescatados pasaron unas 76 horas sumergidos, a una temperatura de cinco grados, vestidos con trajes isotérmicos. Tenían como consigna agitarse lo menos posible para ahorrar oxígeno. Según informaciones de la flota rusa, sus reservas de oxígeno sólo les habrían permitido sobrevivir hasta la madrugada pasada.

Más allá del triunfalismo oficial, este incidente ha puesto de manifiesto las deficiencias del Ejército ruso. Una vez más, las fuerzas rusas se han mostrado incapaces de salvar a sus propios hombres. Una maniobra realizada por la Marina rusa, que intentó arrastrar al batiscafo, fracasó, obligando a llamar a los británicos. Además, las informaciones contradictorias que han hecho llegar a la prensa diferentes fuentes del Ejército sobre el batiscafo durante estos tres días no han ayudado a potenciar su mermada credibilidad.

Según el testimonio de los astilleros que fabricaron el batiscafo en Nizhni Novgorod, el AS-28 se encontraba en mal estado. Y los militares rusos no han podido explicar cómo fue posible que este pequeño navío, destinado a salvar a los submarinos en dificultades, haya podido enredarse en cables. La flota rusa del Pacífico mencionó al principio una "red de pescadores", en la que se enredó el batiscafo, antes de reconocer que el submarino de bolsillo resultó atrapado por los cables de una antena submarina de vigilancia costera.

REDES DE PESCA "Queremos saber por qué redes de pesca y cables eléctricos se encontraban en una zona de maniobras" militares, se preguntó ayer Dmitri Rogozine, líder del partido nacionalista Rodina .

Y por qué, cinco años después de la tragedia del Kursk , la flota rusa no se ha equipado de material de salvamento como el robot Scorpio 45, continuó el dirigente populista. Desde los 60, la flota rusa ha sufrido una veintena de accidentes graves de submarinos, con más de 400 muertos. La particularidad de este incidente es la enorme atención mediática que ha despertado.

El Ministerio de Asuntos Exteriores, acostumbrado a comunicados coléricos contra los "enemigos" de Rusia, en esta ocasión agradeció calurosamente la ayuda recibida a Gran Bretaña, Estados Unidos y Japón.

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