Cuando Binyamín Netanyahu compareció ante la comisión que investiga el asalto a la flotilla de Gaza eludió toda responsabilidad en su planificación. Vino a decir: "Pregunten a Ehud Barak". Que un primer ministro considere que no es de su incumbencia una acción militar como aquella, con el resultado de nueve muertos, y descargue toda la responsabilidad en el ministro de Defensa, indica que algo va mal. Y efectivamente, algo va muy mal en el mando militar, tan mal que el periódico Yediot Ahronot hablaba de "terremoto moral" y el Jerusalem Post , de "un sórdido embrollo de mentiras, traiciones y sospechas". Los generales han ido a la guerra. A una guerra sucia entre ellos cuya primera batalla acabó ayer con el nombramiento de Yoav Galant como jefe del Estado Mayor. Cuando Moshe Ya´alon, que había ocupado este puesto y ahora es ministro de Asuntos Estratégicos, explicaba que llevaba botas altas porque había muchas serpientes entre la hierba de los cuarteles, sabía lo que decía. Los golpes que ahora se han propinado los mandos militares y el ministro en esta guerra por la cúpula militar, en la que han tenido que intervenir la policía y la fiscalía, así lo muestra.

El Ejército, el Tsahal, que es la columna vertebral del Estado israelí, vive una deriva de falta de ética que empieza, como se ha visto, en la cúpula, pero se trasmite a la tropa. Ahí están el robo de pertenencias a personas de la flotilla de Gaza o las fotos deplorables que la soldado Eden Abergil colgó en Facebook en las que aparece ante unos presos palestinos maniatados y con los ojos vendados, y también que esta misma reservista se sorprendiera antes las críticas suscitadas.

Estos dos casos han servido para constatar que no se trataba de casos aislados. Como explica la organización Rompiendo el silencio, el trato vejatorio a los palestinos es la norma. Los componentes de esta oenegé lo saben bien. Ahora en la reserva, han sido soldados en activo y su objetivo es el de recoger testimonios para denunciar los abusos cometidos contra los palestinos y explicar a la sociedad israelí lo que el Ejército, comandado por oficiales de escaso sentido moral, hace en su nombre.

La falta de fibra ética de los altos mandos plantea también otras cuestiones que ponen los pelos de punta. A raíz del engaño, la desinformación y las zancadillas con las que se han regalado los actores del escándalo del Estado Mayor, el columnista del diario Haaretz Amir Oren se preguntaba cómo Netanyahu, Barak y Galant van a decidir "si, cuando y dónde bombardear Irán".