La política exterior de EEUU y todo lo relativo a la seguridad nacional seguirá siendo, como establece la Constitución, una prerrogativa presidencial pese al cambio de signo de la Cámara de Representantes. Pero Barack Obama verá como muchas de sus iniciativas tropiezan con enormes dificultades ante unos congresistas más dados al aislacionismo o al intervencionismo militar que a apoyar la política exterior de mano abierta a los adversarios tendida por el presidente en históricos discursos pronunciados en los primeros meses de su mandato.

La actual debilidad de Obama, sumada a la crisis económica, se dejará sentir en el escenario internacional. Su gira asiática será un buen barómetro que permitirá calibrar cómo es percibido en el mundo el presidente tras la victoria republicana. El cambio en la presidencia del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, a la que puede llegar la representante de origen cubano Ileana Ros-Lehtinen, pondrá el freno a la política del presidente de acercamiento lento a la isla. Los republicanos intentarán resucitar al casi olvidado eje del mal de George Bush, al menos en términos de más sanciones a Irán y Corea del Norte.

El conflicto de Oriente Próximo será para el presidente un quebradero de cabeza mayor todavía de lo que ya era con la llegada al Congreso de varios amigos no solo de Israel, si no de su actual primer ministro, Binyamin Netanyahu, y del partido Likud. Las conversaciones de paz impulsadas por Obama en septiembre están bloqueadas y si los negociadores palestinos ven con temor la debilidad del presidente estadounidense, el Gobierno israelí la ve con satisfacción.

Obama y Dmitri Medvédev, acordaron poner el marcador a cero en sus relaciones y uno de los elementos clave de esta nueva etapa era el acuerdo sobre el nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START) que firmaron en abril. El Senado estadounidense debe ratificarlo, para lo que se necesitan dos tercios de la cámara. Los demócratas, sin esta mayoría, intentarán que se apruebe en la próxima sesión del actual Senado pero la batalla será dura. Los republicanos se oponen por considerar que limita el despliegue antimisiles nucleares estadounidense. Su política sobre Afganistán y la anunciada retirada de aquel país el año próximo tampoco serán fáciles de afrontar.

Las difíciles relaciones con China también pondrán a prueba la política exterior de Obama. Pero el presidente puede hacer de la necesidad virtud y ser capaz de sacar provecho de las prerrogativas que le otorga la Constitución.