Llegó al escenario instalado en los jardines de Trocadéro, frente a la torre Eiffel, de la mano de los cantantes Miguel Bosé y Juanes. Vestida con un pantalón blanco, un jersei beis y una rosa anudada al final de su larga trenza, que no se cortará mientras queden rehenes en la selva, Ingrid Betancourt se emocionó ante la presencia de miles de personas, la mayoría colombianos y de otros países latinoamericanos que la aclamaban. Lloró cuando Juanes cantó la canción Sueños, dedicada a los secuestrados, y lanzó un grito al líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), al que le exigió "no más secuestros," que negocie la paz con el presidente Alvaro Uribe y que cambie los fusiles por rosas.

Betancourt abrió así el concierto celebrado en París para pedir la libertad de todos los secuestrados, y no solo en Colombia, mientras en Bogotá y en otras ciudades del mundo miles de manifestantes unían sus voces a la de ella.

Carteles de los rehenes

Nada más subir al escenario, flanqueada por Bosé y Juanes, Betancourt y su familia acompañaron al cantante colombiano en la interpretación del himno de su país, rodeados por integrantes de los comités de apoyo que enarbolaban las fotos de 26 rehenes de las FARC. A un lado, portado por el sobrino de Ingrid y después por la propia Betancourt, un cartel reclamaba la libertad del soldado israelí Guilad Shalit, en manos del movimiento fundamentalista palestino Hamás desde junio del 2006.

La multitud gritaba en castellano "¡libertad, libertad!", vitoreaba a Uribe o le daba las gracias con una pancarta en francés pintada con los colores de la bandera colombiana: "Merci, Uribe". En uno de los laterales, se recostaba una gran bandera de Colombia con la paloma de la paz a modo de escudo contra la guerra. En el escenario, otra bandera presidía el concierto con las palabras "Libertad y paz".

Betancourt evocó primero las referencias de la fecha: "Hace 60 años, en este sitio, en este edificio de Trocadéro, se firmó la Declaración de los Derechos del Hombre por la ONU". El "amor es lo único que nos mueve", afirmó para mostrar esa vena mística que tanto ha sorprendido en sus 18 días de libertad desde que fue rescatada en la selva por el Ejército colombiano. Dio las gracias a Dios y a la Virgen, y reclamó la libertad de los 3.000 secuestrados que aún hay en Colombia, en manos de las guerrillas, de los grupos paramilitares de extrema derecha y de bandas criminales, "en particular para los soldados, policías y políticos" sometidos a cautiverio por las FARC, a algunos de los cuales citó por su nombre.

La exrehén dejó para el final su mensaje más político, dirigido al nuevo líder de las FARC: "Alfonso Cano, donde usted se encuentre, en cualquier rincón de la selva, vea a esta Colombia, vea la mano tendida del presidente Uribe, entienda que ya no es hora de derramar más sangre. Es hora de dejar esos fusiles y cambiarlos por rosas, de sentarnos con tolerancia (...), a buscar la manera de que podamos caber todos en Colombia, de que podamos reunirnos para dejar a nuestros hijos el mayor tesoro, que es la paz para todos".

Reunión de cantantes

Antes de iniciarse el concierto, que reunió a una treintena de cantantes, Bosé intervino para "invitar a las FARC al diálogo" y Juanes habló para decir que los colombianos deberían "estar orgullosos de sus instituciones". Inmediatamente, cantó Sueños, que hizo llorar a Betancourt, quien, superada ya la emoción, se movió en el escenario, junto a su hermana Ingrid, al ritmo de La camisa negra.

Al concierto también acudió el alcalde de París.