Enfundada en un jersey púrpura y un casco a conjunto con su coqueta bicicleta de montaña, la presidenta brasileña Dilma Rousseff intentaba fingir normalidad en su habitual paseo matinal por los alrededores del Palacio de la Alvorada de Brasilia. Una detallada puesta en escena que no podía ocultar el mazazo sufrido en la noche anterior. Por ocho votos a favor y tres en contra, elTribunal Supremo decidió avalar en la noche del jueves la legalidad del proceso de "impeachment" en su contra y el sistema de votación escogido por el presidente de la Cámara de los Diputados, Eduardo Cunha.

La líder del Partido de los Trabajadores (PT) decía adiós a su último cartucho y se preparaba para la votación del próximo domingo en el peor de los escenarios posibles. En las últimas 72 horas, la jugada del "maquiavélico" Cunha y el vicepresidente Michel Temer, máximos exponentes del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), han arrasado con las débiles defensas de la presidenta. Tras reunirse uno a uno con los líderes de los partidos minoritarios, Temer, quien podría asumir como presidente interino en las próximas semanas, consiguió que en el último momento el Partido Social Demócrata (PSD), el Partido Progresista (PP), el Partido Republicano Brasileño (PRB) y el Partido Trabajista Brasileño (PTB), se pasasen a las filas de la oposición abandonando sus cargos en cuatro ministerios de golpe.

En un tiempo récord, los "jefes de la conspiración", como los catalogó Rousseff esta semana, han conseguido condenar a la presidenta en la votación del domingo. Todo parece indicar que la oposición brasileña conseguirá los 342 votos necesarios, dos tercios de los 513 diputados de la Cámara Baja, para hacer avanzar el proceso al Senado y con ello lograr la suspensión temporal del mandato presidencial por 180 días. Por si fuera poco, el sistema de votación escogido por Cunha hará que los estados ricos del sur, como Sao Paulo o Río de Janeiro, consigan que la mayoría de sus diputados voten antes que sus colegas de los estados del norte, más favorables al Gobierno del PT.

VOTACIÓN EL DOMINGO

La idea de Cunha es acumular mayor número de votos favorables al 'impeachment' en los primeros compases de la votación y presionar al 28% de diputados indecisos para que se dejen llevar por la corriente. Un plan perfecto que vendrá acompañado por la presión asfixiante de las multitudinarias manifestaciones en el exterior del Congreso Nacional de Brasilia y en las que se espera un claro protagonismo de los movimientos opositores como el Movimiento Brasil Libre (MBL).

Nada es casualidad, incluso el hecho de situar la votación un domingo fue calculado milimétricamente por el presidente de la Cámara de los Diputados quien, poco antes de dar inicio al juicio político a la presidenta, había anunciado sus intenciones de llevar a cabo una venganza personal tras las denuncias de la Fiscalía General en su contra.

Por ironías del destino, el proceso que se inició bajo las demandas de los movimientos sociales de acabar con la corrupción en el Gobierno de Brasil podría acabar encumbrando a un reconocido corrupto.Eduardo Cunha, tercero en la línea de sucesión tras el vicepresidente Temer, no solamente se encuentra imputado por corrupción ante el Tribunal Supremo, sino que fue citado recientemente como el dueño de varias empresas offshore en los 'papeles de Panamá'. La personificación de la corrupción enBrasil es quien mueve los hilos del 'impeachment', la paradójica caída de Rousseff podría anticipar una crisis aun mayor.