Porto Alegre, Recife y otras capitales estatales brasileñas han decidido reducir el precio del transporte público. Sus autoridades no quieren enemistarse con la multitud que salió a las calles a protestar por los aumentos, y menos después que la propia presidenta, Dilma Rousseff, les haya tendido la mano. políticos. Rousseff ha considerado que, después que el espacio público fuera ganado por miles de jóvenes convocados por las redes sociales, Brasil "se despertó más fuerte". La mandataria brasileña, que alguna vez fue joven, clandestina e, incluso torturada por la dictadura, se ha mostrado dispuesta a escuchar "la voz de la calle". Las protestas, ha agregado, "demuestran el valor de la democracia y revelan que los ciudadanos están a la búsqueda de sus derechos".

El alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, ha aceptado finalmente revisar la tarifa de los autobuses, tras una reunión con integrantes del Movimiento Pase Libre (MPL). Las manifestaciones, le advirtieron, seguirán hasta que se revoque el aumento. El MPL experimenta un momento de altísima visibilidad política. Es una fuerza convocante, pero no puede marcar el ritmo de la calle. En la noche del martes, unas 30 personas fueron detenidas en la capital del estado más rico y poblado del país. No todos los que se movilizaron lo hicieron por las mismas razones. Una minoría fue detenida por provocar saqueos y rotura de negocios.

Encuentro con Lula

Rousseff se reunió el martes por la noche con su mentor, el expresidente Luiz Inácio 'Lula' da Silva, avezado negociador, para tratar de dar un cauce positivo a las movilizaciones que, más allá de la cuestión del transporte, han evidenciado un descontento generacional con el manejo del Estado y los actores políticos tradicionales. La presidenta ha reconocido que se ha trata de una movilización que "supera los mecanismos tradicionales de las instituciones, partidos políticos o sindicatos". Rousseff ha celebrado haber visto a "tantos jóvenes y adultos, nietos, padres y abuelos, todos juntos con la bandera de Brasil, cantando el himno nacional y exigiendo un país mejor".

"Las demandas de la población por ciudadanía, mejores escuelas, hospitales, transporte público de calidad y a un precio justo, por el derecho a influir en las decisiones de los gobiernos, en repudio de la corrupción y el desvío de dinero público, demuestran el valor intrínseco de la democracia", ha añadido. "Mi generación sabe cuánto costó llegar a esto", ha afirmado. La dirigente ha reiterado que el Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) "está empeñado en la transformación social" y en escuchar "la voz de las calles". Ha recordado en ese sentido que, fruto de ese esfuerzo, unos 40 millones de personas han salido de la pobreza en los últimos 10 años.

Si algo no esperaba el Gobierno es que la bomba social estallara en medio de la Copa Confederaciones y que una de las fuentes del malestar tuviera que ver con el costo de organizar el Mundial del 2014. Hasta Rivaldo, campeón con Brasil en Corea-Japón 2002, ha alzado la voz en contra del certamen. "Es una vergüenza estar gastando tanto dinero para este Mundial y dejar los hospitales y escuelas en condiciones precarias", dijo, vía Twitter.

La FIFA

El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, no ha podido eludir hablar sobre lo que sucede tan cerca de los estadios donde se desarrolla la Copa Confederación. Jamás pensó que su presencia en Río de Janeiro tuviera semejante cariz político. Blatter se desligó de cualquier responsabilidad por lo que sucede y recordó que la FIFA no le impuso a Brasil organizar el Mundial. "Estoy seguro de que las manifestaciones se van a calmar. Brasil es un país que cuida la libertad. Puedo entender que las personas no están felices. Pero el fútbol está aquí para unirlas, para construir puentes, traer emociones y esperanza. Brasil nos pidió ser sede del Mundial. Y es evidente que fue preciso construir estadios, que no son las únicas obras de una Copa: carreteras, hoteles, aeropuertos quedarán como legado".

Blatter ha asegurado que ha hablado sobre el alcance de la protesta con el ministro de Deportes, el comunista Aldo Rebelo. "Es un asunto del Gobierno de Brasil y de los gobiernos regionales. Les cabe a ellos resolverlo".