Es tanto el ruido ensordecedor que se difunde desde Washington y desde Bagdad que apenas queda espacio para ver que el despliegue militar estadounidense sigue inexorable independientemente de las resoluciones de la ONU, que Sadam merece ser defenestrado por dictador (como otros muchos), que la guerra nunca merece la pena, que el control del petróleo explica muchas premuras y muchos vínculos de la Administración de Bush, que faltan pruebas, que pagarán los que han pagado ya 12 años de embargo internacional. Y ante tanto ruido, ¿sólo queda el remedio de ponerse tapones de cera?