Los rusos pronto tendrán que pensar dos veces antes de tener contacto con un extranjero. El Gobierno ruso envió a la Duma (Cámara baja) varias enmiendas a la ley de espionaje que permitirán a los servicios especiales acusar de alta traición a miles de personas relacionadas con entidades extranjeras.

Si ahora la ley determina la alta traición como "actividad enemiga contra la seguridad exterior de Rusia en forma de espionaje", el Gobierno propone considerar alta traición cualquier ayuda "material, técnica o consultiva a entidades extranjeras que atenten contra la integridad territorial, constitucional y estatal" de Rusia. Con este gesto, el Kremlin recordó el clásico lema de los tiempos de Stalin que afirmaba que "un charlatán es un gran hallazgo para el espía". "Cualquier persona que esté en contacto con extranjeros correrá el riesgo de ser acusada de espionaje. Como en los tiempos de Stalin", opinó Lev Levinson del Instituto de Derechos Humanos, con sede en Moscú.

La caza de los espías está relacionada con la guerra que el Kremlin lleva contra las oenegés desde el 2006 cuando el Servicio Federal de Seguridad acusó a cuatro diplomáticos de la embajada británica en Moscú de espionaje.