La segunda guerra mundial, bautizada en Rusia como gran guerra patria, acabó hace 73 años. Y un año más, el Kremlin, cuyas relaciones con Occidente atraviesan su momento más tormentoso desde la guerra fría, reeditó la tradición soviética de aprovechar el desfile anual de la victoria para mostrar al mundo su más moderno armamento.

Flanqueado por el primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, y una pléyade de veteranos rusos de la contienda mundial con medallas colgando de sus ajados uniformes, el recientemente reelegido líder del Kremlin presidió el tradicional desfile conmemorativo de decenas de miles de hombres y equipamiento militar.

Al inicio de la ceremonia, el presidente ruso pronució un discurso en el que admitió la peligrosidad del momento histórico actual. «Recordamos las tragedias de dos guerras mundiales, acerca de las lecciones de la Historia comprendemos la gran gravedad de estas amenazas», proclamó solemne desde la tribuna.

NUEVOS PRODIGIOS TÉCNICOS / Tanques dirigidos a control remoto, baterías antiaéreas, aviones furtivos y avanzados proyectiles fueron los protagonistas de la vistosa parada militar de este año en Moscú. En especial, el avión de combate Sujói SU-57, un aparato superior a sus predecesores en cuanto a maniobrabilidad, aviónica y capacidad para mantener un vuelo supersónico. El SU-57 tiene el fuselaje integrado -no hay división entre las alas y el cuerpo principal- y cuenta con una autonomía de 1.500 kilómetros, más de dos veces la capacidad de sus precursores.

Un pequeño tanque a control remoto dotado de un cañón de 30 milímetros e ideado para misiones de reconocimiento y apoyo de fuego también ha captado las miradas de los asistentes. Denominado Uran 9 y apodado Terminator, se trata de un robot que intenta mejorar la efectividad de los grupos de infantería así como incrementar la protección a las tropas. Según informaciones proporcionadas por Moscú, ya se ha testeado en Siria, aunque las webs especializadas insistan en que no hay constancia visual de ello.

Asidos a dos cazas MIG-31K que sobrevolaron la plaza Roja de Moscú, los misiles Kinzhal (daga) fueron la novedad más destacada. Putin presentó esta nueva arma, junto con otros misiles estratégicos «invencibles», de acuerdo con las palalabras que pronunció el pasado mes de marzo durante el discurso sobre el Estado de la Nación. Moscú sostiene que el Kinzhal dispone de una autonomía de 2.000 kilómetros, puede realizar maniobras evasivas en vuelo y burlar escudos antimisiles, propiedades cuestionadas por los expertos militares occidentales.

También se exhibieron las baterías antiaéreas S-400 y BUK, en un gesto que lleva implícito un poderoso mensaje de advertencia a las potencias de Occidente. Las S-400 han sido desplegadas en Siria y Crimea, mientras que el derribo de un avión de pasajeros malasio en Ucrania en el 2014 es atribuido a un sistema BUK «venido de Rusia», según la investigación.