No ha sido un desmentido al uso, similar a tantos a los que Moscú recurre cuando es acusada regularmente de interferir en los procesos electorales de otros países. Rusia ha reaccionado este viernes con una indignación inusitada a las alegaciones formuladas por EEUU, Gran Bretaña y Canadá, de que sus redes de piratas informáticos habían atacado empresas farmacéuticas con el objetivo de robar información sobre investigaciones en curso para obtener una vacuna contra el coronavirus.

Consciente del prestigio internacional que adquirirá aquel país que consiga desarrollar la primera vacuna efectiva contra el virus, responsables rusos han devuelto los reproches y han asegurado que los países que les apuntan ahora con el dedo acusador lo que intentan en realidad es mermar la credibilidad de los trabajos que se están realizando en territorio ruso.

El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, ha desestimado las acusaciones formuladas por el Centro Nacional Británico de Ciberseguridad y repetidas desde Canadá y EEUU con las palabras habituales: dichas informaciones "no están apoyadas en pruebas", ha enfatizado Peskov. Pero esta vez, la reacción rusa más significativa no ha procedido del vocero presidencial sino de Kirill Dmitriev, al frente del fondo soberano ruso. Según el mandatario, las alegaciones occidentales "no son más que una tentativa injusta de mermar la credibilidad" de la vacuna rusa.

Pisando el acelerador

En este campo, el país ha apretado el acelerador. Aprovechándose de que los tests médicos requieren menos tiempo en Rusia que en Occidente, Dmitriev había informado durante esta semana de que las pruebas de su sustancia en 38 seres humanos habían concluido con éxito, eran seguras y habían generado una respuesta inmunitaria suficiente para frenar de forma eficaz una infección por covid-19, anunciando a la vez que 30 millones de dosis iban a ser producidas para el mercado interior antes de fin de año, probablemente a partir de septiembre. En el intervalo de tiempo hasta entonces, se planeaba llevar a cabo un test de fase III, involucrando a miles de seres humanos, con la colaboración de otros países como Arabia Saudí.

Dmitriev, además ha intentado despejar cualquier duda asegurando que su país había llegado a un acuerdo con la farmacéutica británica Astrazaneca, cuyas investigaciones están ya muy adelantadas con experimentos ya avanzados en fase III, para producir dosis de su sustancia en territorio ruso. "Nada va a ser robado", ha asegurado el responsable ruso a Reuters. "Todo va a ser entregado a Rusia", ha concluido.