El número de espías rusos en Londres alcanza ahora los niveles de la guerra fría. El motivo se encuentra en que el Kremlin quiere tener controlados a los disidentes exiliados en el Reino Unido.

Según el periódico The Guardian , que cita fuentes de los servicios secretos británicos, al menos hay 30 agentes rusos trabajando en Londres, al margen de la actividad diplomática o comercial. No se descarta que haya otros muchos que estén infiltrados en el Reino Unido trabajando de manera no oficial. La labor de estos espías se centra principalmente en llevar un seguimiento de personajes destacados en la creciente comunidad de exiliados rusos residentes en Londres.

Entre estos exiliados se encuentran muchos oligarcas que se enriquecieron durante los caóticos últimos años del presidente Boris Yeltsin. Este es el caso de Boris Berezovsky que vive como refugiado en Londres, a pesar de que Rusia ha pedido en repetidas ocasiones su extradición. Además, el control también se extiende a antiguos miembros de los servicios de seguridad rusos como Alexander Litvinenko, el espía que murió envenenado el pasado noviembre.

Este incremento de la actividad del espionaje de Moscú incomoda a la mayor parte de la comunidad rusa en Londres. Además del control de los exiliados, los espías rusos intentan conseguir información sobre nuevos avances tecnológicos.