El Tupolev TU-160, apodado Blackjack por la OTAN, está considerado como el bombardero supersónico en activo más grande del mundo. Diseñado durante la guerra fría para poder atacar con armas nucleares objetivos situados a gran distancia, es capaz de volar durante 15 horas seguidas sin repostar y puede cargar hasta un total de 40.000 kilos de armas. En octubre del 2016, dos de estos impresionantes aparatos se acercaron hasta la costa cantábrica española, siendo interceptados y escoltados durante su vuelo por dos F-18 españoles, hasta que cambiaron de rumbo. En Siria, han participado en las campañas aéreas contra la oposición a Bashar el Asad.

Pese a que las unidades adscritas a las Fuerzas Aéreas rusas han sido regularmente modernizadas, su producción en serie se canceló en 1992, un año después de la desintegración de la URSS.

Hasta este año. El presidente ruso, Vladímir Putin, acudió el jueves a Kazán, al este de Moscú, a presenciar un vuelo de pruebas de la versión modernizada de este aparato, que llevará el nombre de Tupolev Tu-160 2M, una decena de cuyas unidades serán entregadas a la aviación rusa antes del 2027.

Según Tupolev, la marca fabricante, el nuevo TU-160 2M será un 60% más efectivo que la versión soviética. «Es un paso importante en la dirección de desarrollar nuestra esfera de alta tecnología y de reforzar la capacidad del país para defenderse», indicó Putin durante el acto.

El nuevo avión incluirá sustanciales mejoras en los motores, las armas que transporta, la navegación, los sistemas de comunicación, la cabina del piloto y la aviónica (aplicación de la electrónica en la aviación). Una vez haya superado la fase de pruebas, se calcula que en el año 2020 la empresa de aviación y defensa Tupolev reanudará su producción en serie.

Bajo el mandato de Putin, Rusia ha emprendido un intenso proceso de modernización de su Ejército, que debe culminar en el 2020.