El presidente ruso, Dmitri Medvédev, dio ayer la bienvenida a Barack Obama con una ducha de agua fría entre tanto elogio. En su primer discurso sobre el estado de la nación desde que asumió la presidencia, el 7 de mayo, Medvédev anunció el despliegue de cohetes tácticos en Kaliningrado --enclave ruso entre Lituania y Polonia-- y advirtió de que Rusia no cederá a la presión de la OTAN en el Cáucaso.

El líder del Kremlin anunció el despliegue de cohetes Iskander en el enclave "para neutralizar, en caso de necesidad, el sistema de defensa antimisiles" estadounidense, cuyos elementos está previsto que se instalen en la República Checa (un radar) y en la vecina Polonia (una docena de misiles interceptores).

SIN NOVEDAD EN EL PENTAGONO La primera reacción del Pentágono fue garantizar que continuará con la instalación del escudo antimisiles en Europa del Este pese a las amenazas rusas. "Nada de lo que ha aparecido en las noticias de hoy por ayer cambia nuestra posición", dijo el portavoz Bryan Whitman.

La declaración del líder ruso sonó como un claro desafío al presidente electo estadounidense. Durante la Administración de Bush, Washington ha avanzado en la expansión de su escudo nuclear delante de las narices del Kremlin, a pesar de las protestas rusas. Ahora, Moscú mueve ficha aprovechando el relevo en la Casa Blanca para presionar cara a una eventual renuncia de Obama al proyecto de su antecesor.

Sin embargo, desde el punto de vista práctico, la advertencia está dirigida a Europa, y más en concreto, a Polonia y la República Checa, los países que albergarán el sistema.

"Se trata de medidas forzosas. Hemos declarado más de una vez a todos nuestros socios que deseamos mantener una cooperación positiva y actuar juntos contra las amenazas comunes, pero no nos quieren escuchar. Se crea la potente impresión de que están poniendo a prueba nuestra firmeza. Somos perfectamente capaces de garantizar la seguridad de los ciudadanos rusos", proclamó Medvédev.

El Kremlin ha afirmado que considera el escudo estadounidense como una amenaza directa a su seguridad nacional. Por ello, en el gesto más hostil desde el final de la guerra fría, Rusia suspendió unilateralmente en el 2007 el Tratado sobre las Fuerzas Convencionales en Europa (FCE).

FIRMEZA EN EL CAUCASO Medvédev también acusó a EEUU de incitar el conflicto entre Rusia y Georgia por el control de Osetia del Sur y afirmó que Washington aprovechó esa crisis para enviar sus buques de guerra al mar Negro y acelerar los planes de instalar el escudo antimisiles en Europa del Este.

"Ha sido una consecuencia de la política presuntuosa de la Administración de EEUU. Rusia no retrocederá en el Cáucaso", dijo Medvédev. El intento de Tiflis, aliado de EEUU, de recuperar el control de Osetia del Sur, república separatista controlada por prorrusos, causó en agosto una intervención de las tropas rusas y una guerra de cinco días.

El líder ruso aprovechó para atribuir la crisis financiera a los "graves errores en el ámbito económico" de Washington.