El caos y el desorden protagonizaron ayer el juicio contra Sadam Husein y siete de sus lugartenientes, antes de que un testigo relatara la matanza que desató el régimen contra la población de Dujail en 1982, y por el que los inculpados podrían ser condenados a muerte. "No temo ser ejecutado", gritó Sadam que, como ya hizo en las vistas anteriores, se encaró varias veces con el tribunal.

El dictador se mostró una vez más desafiante. Gritó vivas a Irak y a los países árabes, y desautorizó al tribunal: "Esta es una ley hecha por América".

Al testigo que intervino ayer, el shií Ahmed Hasán, superviviente de Dujail, le dijo: "Cuando hablo, lo hago como si fuera tu hermano. Comprendo que estés presionado, y lamento tener que enfrentarme a uno de mis hijos. Pero no hago esto por mí, sino por Irak". Entonces el dictador aseguró que no temía ser condenado a muerte.

Entretanto, la autoridades iraquís informaron del secuestro, ayer, en Bagdad de un ingeniero francés, el sexto occidental secuestrado en el país en algo más de una semana, que se une a los cuatro pacifistas occidentales y a la arqueóloga alemana en poder de los insurgentes. Además, un exprimer ministro y estrecho colaborador de Sadam, Mohamed Hamza Zubaidi, la dama de picas en la baraja, murió en prisión, según el Ejército de EEUU, de "muerte natural".