Los intentos estadounidenses de asesinar a Sadam Husein, el 19 de marzo y el 7 de abril, no tuvieron éxito, pues seguía vivo a comienzos de este mes. Esto es lo que ha confesado a sus interrogadores el exviceprimer ministro iraquí Tarek Aziz, que se entregó a las fuerzas norteamericanas el pasado jueves en Bagdad, aunque la cúpula militar de EEUU no se fía de sus afirmaciones pues se ha demostrado que muchas de sus confesiones eran falsas.

"No sabemos qué autenticidad tiene todo esto", recalcó el domingo desde Abu Dhabi el comandante supremo de las fuerzas estadounidenses en el golfo Pérsico, general Tommy Franks. Lo mismo que la Casa Blanca, Franks quiere contar con pruebas tangibles de que Sadam, que ayer cumplía 66 años, está vivo o muerto antes de decantarse por una de las dos situaciones.

TESTIGOS IRAQUIS

Washington comenzó la guerra el 20 de marzo con un bombardeo destinado específicamente a acabar con el desaparecido presidente iraquí y sus dos hijos, Udai y Qusai, que no pareció tener éxito. El 7 de abril lo intentó de nuevo, atacando una casa en el barrio bagdadí de Al Mansur. Desde entonces han circulado versiones de testigos iraquís que dicen haber visto a alguno de los hijos del dictador en Bagdad. "No hemos encontrado todavía a ninguno de ellos", recalcó ayer el general Buford Blount, de la Tercera División de Infantería.

Mientras, el Pentágono ha decidido reducir su presencia en el Pérsico, según anunció ayer desde Qatar el secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, en el curso de una gira por la zona para felicitar a las tropas.