Dos vuelos regulares desde Lyon y París con destino a Bucarest transportaron hoy al primer centenar de gitanos deportados de Francia en una controvertida operación que el Gobierno de Nicolas Sarkozy justifica argumentando que son europeos pero indocumentados. Escoltados por la policía y cargados de maletas y paquetes, unos sesenta gitanos embarcaron en un vuelo de la compañía rumana Blue Air que a primera hora de la tarde salió de Lyon, y otro grupo menos numeroso lo hizo desde el parisino de Charles de Gaulle.

Aunque en París se habían cifrado en 79 las expulsiones fijadas para hoy, el ministerio del Interior rumano informó de que serán alrededor de un centenar.

En cualquier caso, son solo los primeros vuelos que transportarán a los alrededor de 700 gitanos que Francia espera devolver a Rumanía y Bulgaria en los próximos días, y son regulares porque, según el Gobierno galo, no se trata de expulsiones sino de repatriaciones "voluntarias".

Mañana, viernes, saldrá una segunda tanda y el próximo jueves, día 26, la tercera sin que, de momento, se haya informado de dónde y a qué hora despegarán los "vuelos de la vergüenza", como ya los han bautizado algunos representantes de la oposición.

"Los echamos y cerramos los ojos". Esto "no arregla ningún problema", denunció hoy el presidente del grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo (PE), Daniel Cohn-Bendit, quien alertó de que hay que pensar en las condiciones de vida de los gitanos en sus países de origen.

Sarkozy ignora las críticas internas y también las externas, que le están llegando de los países afectados, Rumanía y Bulgaria, pero también de la Comisión Europea, que ya ha alertado de que vigilará estas expulsiones para asegurarse de que Francia cumple las reglas de libre circulación.

Las autoridades galas se escudan en el hecho de que los gitanos deportados, pese a ser ciudadanos europeos, se instalaron en territorio francés de forma irregular.

Insisten además en que se van sin ser forzados, acogiéndose al llamado programa de ayudas al retorno, es decir, con un billete de avión y 300 euros por adulto y 100 euros por menor.

Y también en que no hay nada excepcional en estos vuelos. De hecho, recuerdan que ya ha habido otros 25 en lo que va de año y que el año pasado fueron 44 los vuelos en los se expulsaron a unos 10.000 romanís, los gitanos de Europa del Este.

Son cifras difundidas por las propias autoridades galas, que calculan que en la actualidad hay alrededor de 15.000 miembros de esta minoría en Francia.

Rumanía y Bulgaria forman parte de la Unión Europea (UE) desde enero de 2007 pero, como ocurre con cualquier nuevo estado miembro, algunos socios comunitarios les aplican periodos transitorios con restricciones para los nacionales de estos países, fundamentalmente en materia de trabajo.

En el caso de Francia el periodo de transición es hasta 2012 aunque puede ampliarse dos años más.

Mientras esté vigente, rumanos y búlgaros pueden entrar sin ningún requisito y estar tres meses sin tener que justificar su estancia, pero, a partir de ese periodo, se les puede expulsar si no disponen de una tarjeta de residencia que solo se consigue con un contrato de trabajo.

Sin embargo, no hay ninguna norma que les impida volver a Francia si lo desean, y residir de forma legal durante otros tres meses antes de que puedan volver a ser expulsados.

La mayoría de ellos reside en los campamentos de chabolas, en algunos casos sin agua ni electricidad, que están siendo desmantelados por orden directa de Sarkozy.

Fue le pasado 28 de julio cuando el presidente dio instrucciones a su Gobierno para destruir la mitad de esos campamentos en el plazo de tres meses.

En menos de un mes, ya son más de 50 los campamentos destruidos, los últimos hoy mismo, uno cerca de la ciudad de Lille, al norte de Francia, y otro en el departamento de Isère, al sureste del país.