Primero fueron los egipcios, después, los argelinos, y ahora, los filipinos. El Gobierno de Manila ha ordenado la retirada de sus diplomáticos en Bagdad y su traslado a Ammán (Jordania) ante la violencia que impera en la capital iraquí.

El viceministro filipino de Asuntos Exteriores, Jose Brillantes, confirmó ayer que "hay mucho peligro para los diplomáticos". Por lo tanto, "el personal filipino residirá en Ammán" a partir de ahora y viajará ocasionalmente a Bagdad cuando sea necesario. Regentada por empleados locales, la embajada seguirá abierta para atender a los 6.000 filipinos que trabajan en Irak, muchos de ellos civiles.

Al menos tres diplomáticos han sido asesinados en Irak este mes: el egipcio Ihab al Sharif y los argelinos Alí Belarusi y Azedín Belkadi, su adjunto.