«Los derechos de la madre no pueden privilegiarse sobre los del nascituro (el que va a nacer); existe un impedimento absoluto para autorizar la práctica de un aborto». El fallo de la sala de lo Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de El Salvador cayó ayer como un mazazo sobre medio mundo y ante todo sobre la joven salvadoreña Beatriz, quien, según los médicos que la atienden, va camino de la muerte con el embarazo de alto riesgo de un nascituro sin cerebro ni futuro. Tres de los cinco magistrados condenaron a parir a la mujer que rogó: «Deberían interrumpir mi embarazo: por salvar mi vida». El Gobierno reaccionó ayer y dijo que no dejarán morir a la mujer, que horas después anunció que la semana próxima se le practicará la cesárea.

Beatriz, de 22 años y aquejada de esa enfermedad autoinmune llamada lupus, está embarazada, ya de seis meses, de un feto anencefálico, sin parte de cerebro y cráneo, condenado a morir después del parto. Los médicos señalaron que, de proseguir su gestación, la propia Beatriz iba camino de una insuficiencia renal, una hemorragia, una muy severa hipertensión, una eclampsia y la muerte. «Yo sí quiero vivir, pues -decía ella desesperada-. Les pido de corazón que lo hagan».

La joven tiene ya un niño de un año que estuvo a punto de morir al nacer y al que quiere «seguir cuidando». Aún en medio de la pobreza, la ignorancia y la carencia de educación sexual, tiene claro que «no tiene sentido seguir con el embarazo de un niño que no va a vivir al nacer». Pero la ley de El Salvador, la Iglesia católica y las voces de la caverna, dentro y fuera del país, se han unido a favor de ese «angelito» y contra un aborto terapéutico que podría, claman, «abrir la puerta» al «holocausto futuro de niños no nacidos».

«UNA BURLA» / Esas presiones han ido retrasando la decisión del Tribunal Supremo, a la que hace mes y medio apelaron los médicos del Hospital de Maternidad. Hasta 15 doctores recomendaron la intervención médica cuando Beatriz tenía solo 13 semanas de embarazo, pero estarían en la cárcel si la hubieran practicado. Y ella, también. Finalmente, el Supremo ha privilegiado «la protección constitucional que se otorga a la persona humana desde el momento de la concepción».

Varios de los médicos calificaron ayer en privado como «una burla» el que, encima, los magistrados consideraran que fue un error solicitar un amparo para abortar, en lugar de un «respaldo jurídico para actuar conforme lo establece la medicina».

«Les pido que no vayan a meter presos a los médicos por lo que vayan a hacer conmigo», dijo Beatriz. Hace 15 días, en una inédita sesión de dos días con el Supremo, descubrió pecho y espalda para mostrar las manchas del lupus. Uno de sus abogados, Denniz Muñoz, urgió: «Queremos que su caso se resuelva lo antes posible. Que Beatriz no se muera».

De nada valieron las peticiones al Gobierno salvadoreño. El 26 de abril, los relatores de la ONU sobre el Derecho a la Salud y la Violencia contra las Mujeres pidieron un urgente tratamiento médico para salvar la vida de Beatriz. Tres días después, lo hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Human Rights Watch escribió también una carta al presidente, Mauricio Funes: «Debe tomar medidas inmediatas para terminar con este embarazo». Para Amnistía Internacional, «este es un claro caso de discriminación, y de violación al derecho a la salud, así como de sometimiento a un trato cruel».

Los obispos y varios grupos defensores de la vida saltaron ante las presiones internacionales y las primeras manifestaciones en la calle. Los prelados exigieron «protección al que ha de nacer» y advirtieron: «Este caso no debe ser utilizado para legislar en contra de la vida humana, especialmente en contra del no nacido». Organismos como Sí a la Vida o Hazte Oír pidieron al presidente que no cediera «ante quienes quieren imponer el aborto».

El director del Instituto de Medicina Legal (IML), José Fortín, afirmó que «se ha estado manipulando a la muchacha desde el principio». Y desmintió a los médicos que han seguido el embarazo de Beatriz: «No es cierto lo que le han dicho, no es cierto que esté en riesgo inminente, no es cierto que vaya a mejorar si se le saca al niño y no es cierto que El Salvador sea un Estado talibán».

La ministra de Salud de El Salvador, María Isabel Rodríguez, reaccionó ayer ante tanta protesta y dijo que los médicos están listos para practicarle a la joven un parto inducido, y «no un aborto». Poco después, la propia Beatriz anunció a France Presse que los médicos le habían anunciado que la próxima semana le practicarán la cesárea para poner fin a este lamentable episodio.