Hace justo una semana el presidente Barack Obama participó por primera vez en un acto de campaña de la que fuera su rival en las primarias demócratas del 2008. El líder estadounidense se deshizo en elogios hacia las virtudes personales y políticas de Hillary Clinton, en un largo poema de amor al que solo le faltaron las rimas. Poco que ver con lo que ha hecho este martes Bernie Sanders, su rival en las primarias que concluyeron hace un mes. Sanders reconoció finalmente su derrota, respaldó la candidatura de la exsenadora y se comprometió a hacer todo lo posible para que conquiste en noviembre la Casa Blanca, pero lo hizo a su manera. Apenas le regaló piropos y enumeró una larga lista de aquellas posturas de Clinton que coinciden con las suyas.

Hillary sonrió al final aliviada y los dos se abrazaron, escenificando launidad que necesita el partido tras unas primarias más disputadas y broncas de lo que todo el mundo esperaba. Pero fue un alambicado teatro político que Sanders aprovechó para reivindicarse y agradecer antes que nada los votos a su candidatura, las donaciones y el trabajo de sus voluntarios. “Ganamos casi 1.900 delegados, más de lo que nadie esperaba, pero no ha sido suficiente”, dijo durante el mitin conjunto en Portsmouth (Nuevo Hampshire), el primero que han compartido. “Clinton ha ganado el proceso de nominación demócrata. Y yo la felicito por eso”, apostilló Sanders. “Ella será la nominada demócrata y yo pretendo hacer todo lo que pueda para asegurarnos de que será la próxima presidenta de EEUU”.

La exsecretaria de Estado se lo agradeció después y proclamó que ambos han unido fuerzas para derrotar a Donald Trump. “Gracias por tu respaldo y, más que eso, por una vida dedicada a luchar contra la injusticia”. Ahora falta saber cuánto tardarán en cicatrizar las heridas y cómo se las ingeniarán para que funcione el matrimonio de conveniencia, aunque el acuerdo alcanzado el fin de semana pasado para consensuar una plataforma electoral muy escorada a la izquierda debería servir para calmar las tensiones. Durante el mitin en Nuevo Hampshire, un policía tuvo que intervenir para separar a los simpatizantes de Clinton y Sanders, que se habían enzarzado en una discusión, según la prensa local.

PASIONES ATEMPERADAS

En una encuesta reciente, un tercio de los votantes del socialdemócrata sostienen que no votarán por Clinton y solo un 45% dice tener buena impresión de la exprimera dama. Pero lo más probable es que esas pasiones se vayan atemperando a medida que se acerquen las elecciones de noviembre y las bases demócratas vuelvan al redil. “Hillary es una de las personas más inteligentes que puedes conocer y será una extraordinaria presidenta”, dijo Sanders tras alabar su trabajo a favor de la infancia durante su época de sanadora y su labor para redefinir el cargo de primera dama en los noventa, cuando lideró el intento para reformar la sanidad.

Ahí quedaron los pocos elogios personales que el independiente de Vermont le dedicó. Su discurso se centró fundamentalmente en subrayar la coincidencia en sus programas, enunciada con encabezamientos como “Clinton entiende…” o “la secretaria y yo estamos de acuerdo…”

Aunque su campaña se ha acabado, Sanders no piensa retirarse a Vermont a plantar tomates. Tras definir el borrador de plataforma electoral recientemente acordado en Orlando como el “más progresista de la historia” del Partido Demócrata, aseguró que pretende recorrer el país de esquina a esquina para asegurarse de que esa plataforma se implemente en el Senado, en la Cámara de Representantes y en una eventual Casa Blanca presidida por Clinton. Para que esa idea tenga alguna posibilidad de fraguarse, los demócratas tendrán que recuperar el control del Congreso en noviembre.