Una fila de 14 policías militares parapetados detrás de sus escudos antidisturbios trataba, a última hora del martes, de contener a cientos de manifestantes que han intentado sin éxito ocupar el Ayuntamiento de Sao Paulo en Brasil. Una noche más los indignados del país sudamericano han tomado las calles para exigir la reducción de las tarifas del transporte público y el aumento del gasto social.

La manifestación de anoche es la sexta que se produce en la ciudad, centro financiero del país, desde que comenzaran las protestas la semana pasada. En esta ocasión, la protesta, en la que han participado unas 30.000 personas, ha estado marcada, a diferencia de la del pasado lunes, por algunos episodios de violencia. El intento de asalto al consistorio ha estado seguido del incendio de una unidad móvil de la televisión nacional Rede Record y del saqueo de 30 tiendas de las inmediaciones de la sede del Gobierno local.

Estrategia del gobernador

Durante dos horas los radicales, unos 200 según las cifras de la policía, se han dedicado a incendiar papeleras y saquear comercios ante la mirada incapaz de 30 agentes de la Fuerza Táctica de la Policía Militar que poco han podido hacer para impedirlo debido a la inferioridad numérica. Según informaba en su web el diario paulista 'Estadao', el asedio al ayuntamiento ha estado dirigido por una facción de tendencias anarquista que ha optado por la acción directa ante "la apropiación de las clases medias de las protestas". Finalmente, la intervención de la fuerza de choque ha conseguido dispersar a los manifestantes a base de gas pimienta.

La tardanza en la actuación policial se ha debido a una jugada estratégica del gobernador del estado, Geraldo Alckmin, que solo ha autorizado la actuación de los antidisturbios de élite cuando ha habido indicios de criminalidad en las protestas. Con esto el gobernador buscaba evitar las acusaciones de abusos policiales que han llevado a la ONU a exigir una investigación sobre la actuación de la policia militar en las manifestaciones de la semana pasada en Sao Paulo. "Instamos al Gobierno brasileño a tomar las medidas necesarias para garantizar el derecho a la manifestación pacífica y evitar el uso de una fuerza desproporcional en las protestas", declaraba la ONU en un comunicado oficial en la tarde del martes. Los altercados acabaron finalmente con 47 detenidos y dos heridos graves.

Surgen los escraches

Por otra parte, un grupo de unos 200 activistas ligados al Movimmento Passe Livre (MPL) se han reunido en torno a la casa del alcalde de la ciudad, Fernando Haddad, quien horas antes había mantenido una reunión con los líderes del movimiento sin llegar a ningún acuerdo definido sobre la reducción de las tarifas del autobús. El escrache que en ningún momento ha tenido el menor atisbo de violencia y se ha limitado a exigir la presencia del alcalde para llegar a un acuerdo definitivo con los líderes del movimiento. Bajo el grito "Si Haddad no sale, nadie duerme", los manifestantes han pasado varias horas en la puerta de la residencia privada del político, situada en la exclusiva región de Paraíso en la zona sur, hasta que se han disuelto de forma pacífica a altas horas de la madrugada.

Durante la jornada del martes los primeros éxitos de la llamada 'revolución de los 20 centavos' fueron repitiéndose hasta un total de seis ciudades que han anunciado una reducción en sus tarifas de autobús. Ha sido el caso de Porto Alegre o Recife, donde las autoridades han optado por ceder y no enemistarse con las multitudes de indignados que han salido a las calles en las últimas horas.

Apoyo de brasileños en el extranjero

A nivel internacional las comunidades de brasileños en el extranjero protagonizaron actos de apoyo a sus paisanos en la plaza Catalalunya de Barcelona, en Londres, Copenhague, Sídney, Hamburgo, Berlín y Nueva York.

Con este panorama parece que las manifestaciones se sucederán sin interrupción hasta la que se supone será el colofón de las protestas, el jueves en Río de Janeiro. Mientras la selección española dispute el partido ante Tahití, un millón de personas, si se cumplen las expectativas de los organizadores, recorrerá la avenida Rio Branco, escenario que normalmente sirve para los mayores desfiles del Carnaval, en una manifestación contra la corrupción, el gasto público en la Copa del Mundo del 2014 y la necesidad de mejoras sociales en el país. Con este panorama todo parece indicar que el libro de la 'revolución de los 20 centavos' todavía tiene muchos capítulos por escribir.