Con la solemnidad propia de una República monárquica, Nicolas Sarkozy, de 52 años, tomó ayer posesión de la presidencia de Francia. En su primer discurso, un texto político sin concesiones personales, repitió las ideas que le han llevado a la victoria y prometió "tolerancia, apertura" y "cambio", y "no decepcionar" al "pueblo francés".

La ceremonia, de hora y media de duración, comenzó a las 11 de la mañana con la llegada del coche de Sarkozy al patio del Elíseo. Allí le recibieron el jefe de protocolo y un mando militar. En las escalerillas, al final de la alfombra roja, esperaba el presidente saliente, Jacques Chirac. Ambos se saludaron con cordialidad y se retiraron para mantener una entrevista, de 35 minutos, en la que Chirac explicó a su sucesor los secretos de Estado, en especial el código del arma nuclear. Sarkozy despidió después con aplausos a Chirac, que abandonó el palacio, solo, en un vehículo hacia su nueva casa.

SEXTO LIDER Los invitados esperaban en la Sala de Fiestas del palacio. Cuando Sarkozy se dirigía ya hacia ella, la orquesta de la Guardia Republicana interpretó Asturias, de Isaac Albéniz, bisabuelo de la nueva primera dama, Cécilia, exmodelo, de 49 años. Louis, de 10 años, hijo de Sarkozy y Cécilia, se entretenía con el collar de Gran Maestro de la Orden Nacional de la Legión de Honor, símbolo del poder que luego sería entregado a su padre. Anteriormente, el presidente del Consejo Constitucional, Jean-Louis Debré, un fiel chiraquista crítico con el nuevo presidente francés, había leído el resultado electoral. Sin juramentos, Sarkozy firmó el registro de la Legión de Honor mientras en la explanada de los Inválidos sonaban las 21 salvas que saludaban al sexto presidente de la Quinta República y al vigésimotercero de la República francesa.

Sarkozy citó en su discurso a sus cinco predecesores. De Charles de Gaulle, destacó que había devuelto la "dignidad, la soberanía y la autoridad" a Francia; de Georges Pompidou y Valéry Giscard d´Estaing, su contribución a la "modernidad"; de François Mitterrand, que supo "preservar las instituciones" y "encarnar la alternancia", y de Jacques Chirac, su "trabajo por la paz" y sus avisos ante el "desastre ecológico".

COMPROMISOS En forma de exigencias del "pueblo", se comprometió a "unir; respetar la palabra dada; rehabilitar los valores del trabajo, del esfuerzo, del mérito, del respeto"; a practicar la "moral", la "tolerancia" y la "apertura"; a promover el "cambio, porque nunca el inmovilismo ha sido tan peligroso para Francia"; a ofrecer "seguridad y protección, orden, autoridad" y "resultados" para la vida cotidiana de los franceses; a repartir "justicia", y a "romper con los comportamientos del pasado".

Sarkozy justificó su política de apertura así: "A todos los que quieren servir a Francia, les digo que estoy listo para trabajar con ellos. No les pediré renegar de sus convicciones, traicionar sus amistades ni olvidar su historia".

Al final del discurso, Sarkozy se acercó a Cécilia, a quien limpió una lágrima y la besó ante la presencia de toda su familia. Después recorrió los Campos Elíseos en coche descubierto. La ceremonia terminó en el monumento en el bosque de Bolonia a 35 resistentes franceses fusilados allí por los nazis en 1944.