Arropado por los principales ministros del Gobierno y por la leyenda del rock Johnny Halliday, Nicolas Sarkozy se presentó ayer a los franceses como el candidato incontestable de la derecha a las elecciones presidenciales del 2007. No solo la puesta en escena fue presidencial, también el discurso. Pese a que aún no ha sido oficialmente proclamado, Sarkozy aprovechó la clausura de la universidad de verano de su partido, la UMP (Unión para un Movimiento Popular), que tuvo lugar en Marsella, para exponer las grandes líneas de su programa electoral poniendo el acento en la idea de la "ruptura" con el sistema heredado de la generación surgida de la revolución de mayo del 68.

El aspirante a suceder a Jacques Chirac tiene razones para confiar en su liderazgo. El último sondeo revela que el 45% de los franceses prefieren a Sarkozy como candidato frente al 8% que opta por su hasta ahora principal rival interno y primer ministro, Dominique de Villepin. Durante su comparecencia, en la que fue aclamado al grito de "Sarko presidente", el líder de la UMP y ministro de Interior hizo abstracción del actual poder de la derecha --ni siquiera mencionó a Chirac-- y propuso "reinventar" la República.

NUEVA REVOLUCION A juicio de Sarkozy, Francia necesita una nueva revolución que supere el "pensamiento único" y el "igualitarismo" instaurados por la izquierda. Acusó, además, a los socialistas de traicionar la ideología que inspiró la revolución de mayo del 68 promoviendo el "desprecio al trabajo" con medidas como las 35 horas semanales "forzosas" y sembrando la semilla del fracaso escolar haciendo creer a los jóvenes que "todo es gratuito" y solo tienen derechos y no obligaciones.

La receta de Sarkozy consiste en abandonar la política de pequeños cambios progresivos, que ha sido la divisa de Villepin, y hacer borrón y cuenta nueva. El líder de la UMP propuso acabar con el Estado de "dependencia y de asistencia" con propuestas liberales como que las horas extra estén libres de cargas fiscales así como un mercado de trabajo más flexible. La República "reinventada" de Sarkozy incluye nuevos derechos --como la formación continuada o una segunda oportunidad para estudiar-- y nuevas obligaciones, como un servicio "cívico" obligatorio de seis meses para todos los jóvenes de entre 18 y 30 años.

Sarkozy combina medidas para que el profesor recupere la autoridad con propuestas para gravar a las empresas que contaminen. Ideas como la discriminación positiva para integrar a los jóvenes procedentes de la inmigración o de zonas conflictivas con planteamientos inspirados en EEUU, como reivindicar el inicio de la jornada escolar con el canto de la marsellesa.