El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, dio ayer una nueva vuelta de tuerca a la batalla que libra contra la delincuencia que relaciona con la inmigración, al proponer en Grenoble la anulación de la nacionalidad a "toda persona de origen extranjero que voluntariamente haya atentado contra un funcionario de la Policía, un militar de la Gendarmería u otro persona depositaria de autoridad pública". Según Sarkozy, "la nacionalidad francesa hay que ganársela. Cuando se dispara contra un agente, no se es digno de ser francés".

La elección de Grenoble para hacer pública su intención no es casual. Esta ciudad del sureste de Francia fue escenario hace solo 15 días, y durante tres noches consecutivas, de fuertes disturbios entre fuerzas del orden y manifestantes que protestaban por la muerte de un presunto delincuente por disparos de la policía tras una persecución por las calles de la ciudad.

En los enfrentamientos posteriores a esta muerte, que tuvieron lugar en el barrio de Villeneuve, algunos manifestantes atacaron a las fuerzas del orden con armas de fuego, aunque no hubo víctimas. Tras los disturbios, Sarkozy, en una decisión muy poco habitual, cesó al prefecto (delegado del Gobierno) de Grenoble, y lo sustituyó por un exalto cargo policial. Su visita fue para asistir a la toma de posesión del nuevo prefecto.

En el discurso de ayer, Sarkozy defendió a los policías que hirieron de muerte al presunto delincuente porque, dijo, no hicieron más que cumplir con "su deber".

REVISAR DERECHOS El presidente francés también propuso que un menor delincuente no pueda adquirir la nacionalidad de forma automática cuando sea mayor de edad, y revisar los derechos y prestaciones que disfrutan los extranjeros que se encuentran en Francia en situación irregular. Con el índice de popularidad muy bajo, el presidente francés ya anunció hace uno días la intención de "endurecer" su discurso sobre la seguridad y la inmigración.