En dos años, Nicolas Sarkozy ha pronunciado 342 discursos, cuyo mero enunciado y la reproducción de los primeros párrafos ocupan 73 páginas en la web del Elíseo. Casi un discurso cada dos días. Un estilo inédito de ejercer el poder en la Quinta República que el sábado cumplió el segundo aniversario.

Las reformas anunciadas superan el medio centenar, pero muy pocos franceses podrían citar una que vaya a pasar a la historia, como la legalización del aborto por Valéry Giscard d´Estaing, la abolición de la pena de muerte por François Mitterrand o la supresión de la mili por Jacques Chirac. Lo que todos los franceses citarían sería la hiperactividad del presidente, su obsesión por ocuparse de todos los temas. Hay discursos para todo y para todos, pero una cosa muy distinta son las realizaciones. Los anuncios proliferan, pero los resultados escasean.

14 VUELTAS A LA TIERRA La presencia internacional de Sarkozy puede considerarse lo más destacado de su segundo año de mandato y, dentro de ella, el hito más duradero será la recomposición de las relaciones con EEUU y el regreso total de Francia a la OTAN. "Lo más positivo es el aspecto internacional, con la presidencia francesa de la Unión Europea y el protagonismo de Sarkozy en las reuniones del G- 20. Esta dimensión internacional del presidente es ya definitiva", estima Pierre Giacometti, asesor externo del inquilino del Elíseo. En dos años, Sarkozy ha recorrido en avión 584.700 kilómetros (14 veces la vuelta a la Tierra) y ha hecho 196 desplazamientos (119 en Francia y 77 al extranjero).

De acuerdo con la teoría de que muchas reformas ocultan las verdaderas reformas, algunos analistas piensan que la hiperactividad perjudica a Sarkozy, cuyo estilo se aleja de la figura paternal del presidente como árbitro que está incrustada en el imaginario de los franceses.

"Los franceses no entienden el sentido de la acción de Sarkozy. Al hacer todas las reformas al mismo tiempo, tienen la sensación de que hay más agitación que resultados. No se ve lo que es importante y lo que no lo es", señala Gilles Finchelstein, director de la Fundación Jean Jaurès (socialista). No lo cree así Giacometti, para quien "la actividad tiene más ventajas que inconvenientes". "Chirac y Mitterrand fueron distantes. Quizá ahora hay un exceso, pero un Sarkozy como Chirac sería peor", explica. Sarkozy lo definió así el 7 de enero: "Se habla del omnipresente. Prefiero que se diga esto antes que el rey holgazán", afirmó en alusión a su predecesor.

EL IMPACTO DE LA CRISIS El segundo año de mandato ha sufrido el impacto de la crisis econó- mica. Sarkozy, que nunca ha sido tan liberal en economía como le acusa la izquierda, ha tenido que dar un giro hacia el tradicional Estado protector francés, con inversiones masivas con dinero público y subvenciones para los contratos de trabajo, después de haber iniciado su presidencia con reformas liberalizadoras y rebajas de impuestos.

La crisis, con el aumento del paro frente a las promesas de pleno empleo, golpea su imagen, ya deteriorada porque "su principal promesa electoral, el aumento del poder adquisitivo, no ha sido cumplida", remarca Finchelstein. La cuota de confianza en el presidente en los sondeos está muy baja, pero eso no preocupa a Giacometti. "Un 40% en plena crisis, y con un país tan conflictivo y tan dividido políticamente como Francia, es una situación no positiva, pero sí intermedia", razona.