El canciller alemán, Gerhard Schröder, llamó a mantener "para siempre", la memoria de los campos de concentración nazi. "Para Alemania, esto es una obligación", dijo. Schröder hizo estas declaraciones en el Teatro Nacional de Weimar, donde ayer se celebró el 60º aniversario de la liberación de Buchenwald, con la participación de supervivientes, veteranos y dirigentes religiosos y políticos.

El principal orador del acto fue el exministro socialista y escritor español Jorge Semprún, quien expresó el temor de que con la muerte de los testigos directos desaparezca la memoria. En el año 2015, "la mayor parte de los testigos habrán muerto", dijo. "Este sexagésimo aniversario será el último en el que los testigos de aquella experiencia participen", declaró. Las palabras de Semprún motivaron la encendida protesta de supervivientes franceses. "¡No es verdad! ¡En el campo había también niños!", dijo un anciano.

EL PELIGRO EN EUROPA El testimonio vivo, según la mayoría, es fundamental para cumplir el juramento dado por los supervivientes tras su liberación. Esto es: luchar hasta que se elimine totalmente la amenaza nazi.

Esto está lejos de suceder. "En nuestra Europa vuelven a insinuarse, incluso a declararse, los odios que creíamos desaparecidos", dijo otro orador, Bertrand Herz, un preso que tenía 15 años cuando el tercer Ejército estadounidense del general George S. Patton liberó Buchenwald.

Steffen Trostorff, un joven de 27 años nieto de un superviviente, renovó en la plaza de Buchenwald, donde se pasaba lista a los presos, el juramento que hicieron los liberados dos días después de recobrar la libertad.