Sentencia histórica. La Audiencia Nacional condenó ayer al exmilitar argentino Adolfo Scilingo a 640 años de prisión por crímenes de lesa humanidad. El tribunal considera probado que Scilingo participó en dos vuelos de la muerte en los que murieron 30 personas, que secuestró a un desaparecido y que asistió a las torturas de una detenida en la Esma (Escuela Mecánica de la Armada) durante la dictadura (1976-1983).

La Audiencia Nacional consideró "más adecuado" calificar los hechos como crímenes de lesa humanidad, delito tipificado desde octubre en el Código Penal español. Tanto la fiscal como las acusaciones acusaban a Scilingo de genocidio, pero el tribunal señaló que ese delito ha quedado reducido "a situaciones muy específicas que no se daban" en este caso, y que no incluye la persecución política.

La sentencia fue aplaudida por las decenas de familiares de desaparecidos presentes en la lectura del fallo. El acusado permaneció hierático. Al final, uno de los asistentes le espetó: "Asesino, púdrete en la cárcel". A pesar de la condena, muy inferior a la reclamada por la fiscalía (9.138 años) y por las acusaciones (6.626 años), Scilingo, de 58 años, cumplirá sólo un máximo de 30 en la cárcel.

PLAN DEL EJERCITO La sentencia, de 209 folios, explica que el Ejército argentino diseñó en 1975 un plan criminal "de secuestro, tortura, desaparición y eliminación física de parte de la ciudadanía, que reputaban sospechosa de ser subversiva". Esa calificación, de acuerdo con los jueces, se hizo "fundamentalmente por motivos políticos e ideológicos". El plan provocó la desaparición de 30.000 personas, de las que 600 eran españolas.

El exterminio se llevó a cabo a través de la tortura, el lanzamiento de cadáveres desde aviones, los enterramientos en fosas comunes, la cremación de cuerpos, los abusos sexuales, el saqueo de bienes y el robo de bebés a sus padres que luego fueron adoptados por familias que encajaban en el ideal de moral occidental cristiana.

El tribunal afirma que Scilingo hizo suyo el plan del Ejército cuando llegó a la Esma en las navidades de 1976. Allí asumió la jefatura de automoción. Desde ese cargo, el exmilitar tuvo "pleno conocimiento de cuanto allí acontecía". Además, los jueces sostienen que Scilingo "se involucró directamente", en el verano de 1977, en los denominados vuelos de la muerte . En ambos casos, los detenidos fueron narcotizados, obligados a bailar al son de música brasileña, desnudados y arrojados al mar.

Los jueces apoyan su decisión en las declaraciones autoinculpatorias que hizo el exmilitar cuando se presentó a declarar en 1997 ante el juez Baltasar Garzón, a pesar de haberse retractado durante el juicio. El tribunal reconoce que no hay pruebas directas porque falta información de muchos aspectos de lo que pasó en la dictadura.