En medio de una gran expectación, la Audiencia Nacional empezó a juzgar ayer al excapitán de corbeta Adolfo Scilingo, el primer presunto genocida argentino que comparece ante la justicia española por los crímenes cometidos durante la dictadura militar en su país. La primera jornada del proceso quedó sin embargo interrumpida al poco de iniciarse, después de que Scilingo, de 58 años y en huelga de hambre desde el 8 de enero, que sufrió un desmayo a primera hora, fuera incapaz de responder a una sola de las preguntas que le formuló el juez que obligó a someterle a otro examen forense. En silla de ruedas y tapado con una manta, Scilingo no respondió a las preguntas del magistrado Fernando García Nicolás, que le requirió si sabía por qué estaba siendo juzgado. "Me duele la cabeza", dijo Scilingo.

La comparecencia de Scilingo se produjo con hora y media de retraso, ya que el acusado tuvo que ser atendido tras desmayarse por los forenses, que le suministraron suero glucosado y un analgésico, y concluyeron que podía prestar declaración. Tras un segundo reconocimiento, los forenses explicaron que la actitud de Scilingo fue "un poco negativa dentro de la lucidez". "Está débil, pero no como para perder el conocimiento ni tener que estar en silla de ruedas", añadió el médico.

Scilingo, preso en la cárcel de Alcalá-Meco (Madrid) llegó voluntariamente a España el 6 de octubre de 1997 para confesar su participación en los llamados "vuelos de la muerte", en los que se arrojaban al mar a personas. Posteriormente, se retractó.

6.626 AÑOS DE CARCEL La celebración del juicio en España fue posible después de que el pasado mes de noviembre el Tribunal Supremo confirmase la competencia de la Audiencia Nacional para procesar a Scilingo. El excapitán de corbeta está en huelga de hambre en protesta por la celebración de ese juicio. Las acusaciones populares y particulares piden 6.626 años de cárcel por delitos de genocidio, terrorismo y torturas, presuntamente cometidos durante la dictadura en Argentina (1976-1983).