Los estragos de la pandemia del coronavirus han llevado a los distintos gobiernos europeos a gestionar la más grave crisis sanitaria, económica y social en muchas décadas. Los cierres de filas y consensos de los primeros momentos se han ido fisurando con el paso de las semanas en las distintas capitales, pero en ninguna hay un enfrentamiento como en España. Portugal, el país vecino, está en el otro extremo de esta excepcionalidad, con una cooperación honesta, algo totalmente inédito entre Gobierno y oposición. Son la cara y la cruz de la excepcionalidad política. En el centro, están otros países europeos, que han campeado como han podido la crisis. Alemania, donde ha parado el relevo de su cancillera a Francia, donde se han equilibrado la crítica y el apoyo; el Reino Unido, con un primer ministro en la uci; o Italia, donde Salvini ha intentado sacar rédito del virus.