Un grupo armado, presuntamente chií, secuestró ayer en Bagdad a 20 funcionarios empleados del organismo que gestiona las mezquitas sunís en Irak. En el resto del país, la violencia acabó con la vida de al menos una veintena de personas, casi todos civiles. Una de las víctimas era un alto cargo del Ministerio de Interior.

En el momento del secuestro, los funcionarios, todos sunís, regresaban a sus casas tras salir de su trabajo en el barrio de Sabat Abkar. Fuentes policiales afirmaron que los rehenes se desplazaban a bordo de un microbús y fueron asaltados por varios hombres armados. Se trata de un nuevo episodio de la violencia sectaria que en los últimos cuatro días se ha cobrado la vida de más de 200 personas, la gran mayoría chiís.

MACABRO RECUENTO Más de 400 personas han sido secuestradas en Irak en lo que va de año, según un recuento elaborado por la agencia Efe. Muchas de ellas han aparecido después asesinadas y con signos de tortura. Ayer mismo, la policía informó del hallazgo de 19 cadáveres con impactos de bala en distintos lugares del país.

En Bagdad, la explosión de una bomba camuflada dentro de una bolsa de plástico mató a por lo menos a seis civiles en un puesto de venta de verduras. Otras cinco personas fallecieron en otros atentados perpetrados en la capital iraquí. También fue asesinado a tiros, poco después de salir de su casa en Bagdad, el general Fahr Abdel Husein, uno de los consejeros del ministro del Interior. En la norteña ciudad petrolífera de Kirkuk, situada a unos 300 kilómetros de Bagdad, la explosión de una bomba colocada frente a un edificio judicial mató a 5 civiles.

SIN SOLUCION De momento, ni el refuerzo de la presencia policial en la capital ni el plan de paz que Maliki ha ofrecido a algunos grupos insurgentes ha dado resultados. En Irak siguen muriendo decenas de personas casi a diario. El representante de las Naciones Unidas en el país árabe, Ashraf Qazi, calificó la situación de "catástrofe y tragedia nacional".