El Senado de Estados Unidos se rebeló el jueves contra los planes del presidente George Bush, que cargan sobre el contribuyente estadounidense los 87.000 millones de dólares (73.959 millones de euros, más de 12 billones de pesetas) solicitados por la Casa Blanca para financiar la posguerra iraquí. Contra los deseos de Bush, 42 demócratas y 8 republicanos sumaron fuerzas y decidieron convertir en un préstamo la mitad de los 20.300 millones de dólares que el presidente ha pedido como donativo para destinar a la reconstrucción de Irak.

Los senadores, que apoyaron por 51 a 47 votos el préstamo, sólo aceptaron que esos 10.150 millones sigan siendo una donación si otros países condonan la deuda que tiene con ellos Irak, calculada entre 150.000 y 200.000 millones de dólares, algo bastante improbable.

"Los estadounidenses son muy generosos, pero merecen que algún día se les devuelva algo de nuestra inversión en ese país", dijo la senadora republicana por Maine, Susan Collins, una de las tránsfugas que desafió la voluntad de Bush alineándose con la oposición demócrata. Previamente, Bush había conseguido que la Cámara de Representantes derrotase una propuesta similar pero aún más ambiciosa, puesto que los demócratas perseguían en la Cámara baja que toda la ayuda a la reconstrucción iraquí fuese un préstamo, avalado por las riquísimas reservas petrolíferas de Irak.

EXALTAR EL PATRIOTISMO

Anoche, la Cámara de Representantes aprobó la partida de los 87.000 dólares, mientras el Senado seguía debatiendo. Se esperaba un voto afirmativo gracias a la estrategia de Bush de presentar en un paquete único los fondos para la reconstrucción con los destinados a las tropas, un asunto más patriótico.

No obstante, incluso con un voto afirmativo en ambas cámaras, las dos versiones del proyecto de ley deberán ser refundidas en una sola, aceptable para todos, antes de que la ley pueda entrar en vigor. Con ello volverá a saltar ante la opinión pública el tema, incómodo para la Casa Blanca, de si Estados Unidos puede permitirse financiar la reconstrucción de otro país, en los malos tiempos económicos que corren.

La rebelión de los senadores aguó la llegada de Bush a Japón, primera etapa de su gira asiática. En Tokio, donde fue recibido con todos los honores por el primer ministro, Junichiro Koizumi, Bush suavizó el impacto del golpe sufrido en la Cámara alta con los 1.500 millones de dólares para la reconstrucción que aportarán los japoneses, según adelantó Koizumi. "Es un buen amigo, un líder muy fuerte", dijo encantado Bush, esperando que cunda el ejemplo nipón en otros países. Esta suma será entregada el año que viene e irá seguida por 3.500 millones de dólares más para Irak, a entregar en los próximos cuatro años.