El Senado chileno aprobó ayer un paquete de reformas claves de la Constitución que pone fin a los redactados autoritarios diseñados por la dictadura de Augusto Pinochet en el texto de 1980. "Quince años atrás comenzaron los gobiernos democráticos y ahora podemos afirmar que la transición ha concluido", dijo ayer el presidente chileno, Ricardo Lagos.

Para muchos chilenos se trata de un hecho histórico: con la enmienda de la Carta Magna, el jefe de Estado recupera la capacidad de destituir a los comandantes de las Fuerzas Armadas, una limitación que obligó a dos gobiernos de la Concertación (socialistas y demócrata-cristianos) a coexistir entre 1990 y 1998 con un Pinochet con mando en la jefatura del Ejército.

La reforma, que introduce unas 50 modificaciones, elimina además los llamados senadores designados, que le permitieron a la dictadura tener su propio bloque parlamentario, compuesto por nueve generales retirados de las tres armas y la policía, sin tener que pasar por el veredicto de las urnas. También dejarán de existir los senadores vitalicios, (expresidentes), un cargo hecho a la medida de Pinochet y que solo ocupó el demócrata cristiano Eduardo Frei (1994-2000).

DE VIAJE POR AUSTRALIA Lagos se encontraba en Australia de visita oficial en el momento que el Senado debatía estos temas cruciales. Al enterarse del resultado de la votación habló al país: "Ahora tenemos un cuerpo constitucional que está acorde con la tradición histórica de Chile".

"Lo que parecía imposible, cuatro, cinco, ocho, diez o quince años atrás, se ha logrado con un gran acuerdo. Y por eso, en nombre del Ejecutivo, agradezco la convergencia de todos los sectores políticos aquí representados", dijo el vicepresidente Francisco Vidal en el Parlamento.

El nuevo texto incluirá un detalle con el cual se busca simbolizar el cambio de época: la firma de Pinochet, el hombre que armó hace 25 años una Carta Magna a su medida, ya no estará impresa en su página introductoria. La reforma no sólo ha sido fruto de la negociación y el consenso sino de las mutaciones políticas que ha experimentado el país, especialmente desde el ocaso del dictador, en 1998.

Si bien las reformas votadas en el Senado establecen un antes y un después en la vida institucional, no toda la herencia del pinochetismo ha sido ya barrida del país suramericano. El propio presidente Lagos admitió que no se pudo modificar el sistema electoral que impide la representación de las minorías.