En franca desventaja tras la notable pérdida de escaños senatoriales en las elecciones del martes --que los dejó con sólo 44, frente a 55 republicanos--, los demócratas se preparan ya para la batalla por el Tribunal Supremo. Esta podría convertirse en el primer frente de guerra en el marco de la revolución conservadora exigida por los sectores ultraconservadores y religiosos que reeligieron al presidente de EEUU, George Bush.

"El número mágico en el Senado es 60, no 50", advirtió el jueves el senador demócrata Charles Schumer para frenar la euforia republicana por el aumento de su mayoría en esta Cámara. Schumer aludía a que hacen falta 60 votos para poder invalidar las tácticas dilatorias, que la oposición demócrata empleó con el fin de bloquear la confirmación de jueces conservadores nombrados por Bush durante su primer mandato.

Estas tácticas serán sin duda el arma demócrata para tratar de impedir de nuevo el nombramiento de jueces conservadores afines a la Casa Blanca si se producen bajas en el Tribunal Supremo.