Giuliana Sgrena no descarta haber sufrido un ataque deliberado de las tropas estadounidenses. Todavía convaleciente de las heridas sufridas el viernes durante la refriega, la veterana periodista, que pasó un mes secuestrada en Irak, relató ayer cómo sus secuestradores le advirtieron, poco antes de liberarla, de que las fuerzas norteamericanas no querían que "regresara a Italia". "No excluyo que pudiera ser yo el objetivo de los militares norteamericanos", escribió la veterana periodista en un largo artículo titulado Mi Verdad y publicado ayer en Il Manifesto , el periódico para el que trabaja.

Sgrena justificó su hipótesis asegurando que "los norteamericanos no aprueban las operaciones para liberar rehenes, y por eso hay que irse deprisa del lugar de la liberación".

En el artículo, Sgrena relató cómo, después del tiroteo, permaneció "media hora tendida en el suelo del vehículo, herida y con sangre por todos lados". Nadie la socorrió, ni se hizo cargo del cadáver de Nicola Calipari, el agente secreto que se había desplomado sobre la informadora. La autopsia reveló que Calipari murió de un solo disparo que le atravesó el cráneo, probablemente la misma bala que penetró en uno de los pulmones de Sgrena. "Nicola Calipari se abalanzó sobre mí para protegerme, y de pronto sentí su último suspiro y se me murió encima", explica Sgrena acerca del momento en que falleció Calipari.

ENCUENTRO CON LA PATRULLA La versión de la periodista coincide a grandes rasgos con los relatos dados a conocer en los medios de comunicación italianos. Muy cerca del aeropuerto de Bagdad, una patrulla norteamericana enfocó el coche de Sgrena y abrió fuego. Los soldados siguieron disparando contra el vehículo, pese a las tentativas del chófer de explicarles que eran italianos. El segundo oficial del servicio secreto que iba en el coche añadió que disponían de "todos los permisos para moverse armados por Bagdad".

Roberto Castelli, ministro de Justicia, envió a EEUU una rogatoria internacional en la que se pide, entre otras informaciones, el nombre de los integrantes de la patrulla que mató a Calipari. Según especulaciones que circulan por Roma, para lograr la liberación se pagaron entre cinco y seis millones de euros (entre 831 y 998 millones de pesetas).

"NO SE NADA DEL RESCATE" A ello, la interesada sólo dijo: "Al irme, los secuestradores me pidieron disculpas; del rescate no sé nada". La dirección de Il Manifesto , cuyos 90.000 ejemplares se agotaron ayer a primera hora, ha decidido volver a publicar hoy el relato.

Numerosas personalidades políticas y miles de ciudadanos, desfilaron ayer ante la capilla ardiente de Calipari para rendirle homenaje. En el cuaderno de condolencias, los visitantes escribieron frases cariñosas hacia "Nicola". Las cámaras de TV registraron un conmovedor abrazo entre Gabriele Polo, director de Il Manifesto , y la viuda.