Una amarga sonrisa de media comisura podía verse ayer en el balneario del mar Muerto en los rostros de diplomáticos, analistas y periodistas familiarizados con los golpes de efecto del conflicto entre palestinos e israelís. Ese rictus significaba que, una vez más, Israel eligió el momento diplomático más inoportuno para matar a un líder de Hamas. Y el primer ministro, Ariel Sharon, no dudó en enviar un claro mensaje desde Jerusalén: La muerte de Abdalá Kauasme en Hebrón fue una "operación de éxito".

La particular operación triunfo de Sharon fue contestada por Hamas con su anuncio de venganza. "La muerte de Kauasme será castigada", declaró desde Gaza el portavoz del grupo islamista, Abdelaziz Rantisi. Y Sharon afirmó en la reunión semanal del Consejo de Ministros que si la Autoridad Nacional Palestina (ANP) no actúa "contra la infraestructura terrorista, Israel continuará con sus actividades para dar seguridad a los israelís".

En este contexto, el ministro de Exteriores israelí, Silvam Shalom, declaró en el Foro Económico Mundial que Israel está dispuesto a ceder el control de Gaza y de Belén a la ANP si ésta asume su responsabilidad. Shalom dijo que una tregua de Hamas significaría "la muerte de la Hoja de ruta , ya que un alto el fuego no basta, sino que hay que desmantelar a los grupos armados.