Mientras en la franja de Gaza y Cisjordania miles de palestinos protestaban contra el muro, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, afirmó que no ha cerrado la puerta a entrevistarse con su homólogo palestino, Ahmed Qurei, en un gesto con el que pretende mantener la imagen de que está dispuesto a negociar. Pero mientras su mano izquierda sostiene la inoperante Hoja de ruta, con su mano derecha Sharon sigue ultimando los detalles de su plan de separación unilateral a la espera de pasar el examen definitivo en Washington.

Sharon ha logrado una extraña unanimidad: casi todo el mundo, desde la extrema derecha israelí hasta los palestinos, pasando por la izquierda, los colonos e, incluso, dirigentes de su propio partido, el Likud, quisieran "retirarlo" de su cargo, en palabras de un dirigente de los colonos indignado por la posible retirada israelí de la franja de Gaza. Ayer, por ejemplo, Sharon salvó por los pelos tres mociones de censura por dos decisiones radicalmente opuestas: su plan de evacuar los asentamientos de Gaza y la decisión de dar a las colonias 25 millones de dólares destinados, en un principio, a inversiones sociales.

DETRACTORES Y en este ambiente, Sharon compareció ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Kneset, donde aún proporcionó más argumentos a sus detractores. El primer ministro se mostró dispuesto a entrevistarse con Qurei una vez acaben las deliberaciones del Tribunal de Justicia Internacional (TIJ) de La Haya, pero a la vez dio la orden de cancelar un encuentro entre asesores de ambos primeros ministros que, desde hace cuatro meses, negocian los detalles de la reunión.

Sharon no necesita a Qurei para negociar su plan de separación unilateral. El mismo ha declarado que lo llevará adelante si la Hoja de ruta sigue estancada. Ante el comité, el primer ministro anunció que tiene previsto acudir a finales de marzo a Washington para presentar a George Bush las líneas maestras del plan y conseguir su apoyo. La extrema derecha reaccionó con furia al viaje de Sharon, ya que temen que el líder no presente ante su Gobierno el plan hasta conseguir el apoyo de EEUU, lo que dificultaría la estrategia de los ultras, que pretenden tumbar el plan en el Ejecutivo.

Por otro lado, el Ejército israelí destruyó ayer la casa familiar del palestino suicida Mohamed Zohul, miembro de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, de 23 años, que se inmoló el pasado domingo en un autobús de Jerusalén.