En 90 minutos, Ariel Sharon fue incapaz de convencer al líder laborista, Amram Mitzna, de que se sume a un Gobierno de unidad nacional. En una entrevista celebrada ayer en la oficina del primer ministro en Jerusalén, el líder del Likud apeló de nuevo, y en vano, al sentido de la responsabilidad de Mitzna para que acepte entrar en el Gobierno.

En la entrevista, Sharon reiteró a Mitzna que la situación política y económica hace que sea de "vital importancia" que haya "un frente sionista lo más amplio posible" en el Gobierno israelí.

Según fuentes próximas al líder del Likud, Sharon utilizó el argumento de que sin la presencia de los laboristas en el Gobierno será difícil conseguir una ayuda de 4.000 millones de euros (665.000 millones de pesetas) de EEUU y otros 8.000 millones en garantías para estabilizar la economía.

AYUDA SIN COALICION

A pesar de las presiones que recibe desde su propio partido, Mitzna defendió su posición de no unirse al Gobierno de coalición y aclaró al líder del Likud que en caso de "interés nacional" los laboristas darán una "red de seguridad" al Gobierno.

El líder laborista esgrimió su programa electoral y exigió para unirse al Gobierno que Sharon lo cumpla en su totalidad. Ello implicaría entre otros puntos, evacuar la Franja de Gaza y construir un muro entre Cisjordania e Israel.