Los dos viejos zorros de la política israelí vuelven a necesitarse. El primer ministro y líder del Likud, Ariel Sharon, y el líder del Partido Laborista, el eterno Shimon Peres, desayunaron ayer juntos durante 75 minutos y llegaron a la conclusión de que es "necesario" para Israel que sus formaciones, junto al laico Shinui de Tommy Lapid, formen un Gobierno de unidad nacional para sacar adelante la evacuación de los asentamientos judíos en la franja de Gaza. Para ello, la semana que viene empezarán las negociaciones, dijo Peres.

"Debemos irnos de Gaza", fue la concisa explicación de Peres en los prolegómenos de su enésimo regreso a un Ejecutivo israelí. Los dos veteranos políticos acordaron que hoy se establecerán dos equipos negociadores como paso previo para iniciar las conversaciones oficiales. Ante su grupo parlamentario, Peres afirmó que la condición prioritaria para unirse al Gobierno es que se establezca un calendario para la evacuación.

Peres se convierte así en el salvavidas de Sharon para sacar adelante su plan de desconexión. La intención del primer ministro es purgar a la ultraderecha de su Gobierno y sustituirla por los laboristas, que en las elecciones celebradas hace un año y medio --en las que sufrieron una derrota histórica ante el Likud-- presentaron la propuesta de evacuar Gaza de forma unilateral. Aún así, Sharon no lo tendrá fácil, ya que la principal oposición a la coalición se encuentra en su propio partido. Al menos 10 diputados hicieron un amago ayer con votar en contra del Gobierno en las habituales mociones de censura.

EMPATE La sangre no llegó al río, pero antes Sharon amenazó a sus diputados con convocar elecciones anticipadas si se oponen al Gobierno de unidad. Una jugada arriesgada para Sharon, ya que su plan de separación ya fue derrotado en un referendo en el Likud y algunos ven en su apuesta por los laboristas un riesgo de escisión.

La oposición al pacto con los laborista en el Likud obedece, sobre todo, a su oposición al plan de separación. Sin los laboristas, estos diputados confían en torpedear la evacuación desde dentro del Gobierno. Además, el desembarco de Peres y los suyos supone una amenaza para los poderosos ministros de Exteriores, Silvam Shalom, y de Finanzas, Binyamin Netanyahu.

ALA IZQUIERDA Peres afronta también una pequeña oposición del ala izquierda laborista, que prefiere forzar elecciones con la esperanza que dan unas encuestas que indican que la mayoría de los israelís apoyan la evacuación. Pero una vez que la ultraderecha ha dejado el Gobierno, y el fiscal general ha dejado a Sharon limpio del polvo y la paja de las acusaciones de corrupción, Peres prefiere carteras ministeriales en mano que un aumento de diputados --posiblemente con otro laborista liderando al partido-- volando.