El primer ministro israelí, Ariel Sharon, seguía ayer en estado "crítico pero estable" después de que por la mañana fuese operado durante cinco horas --la tercera en dos días-- para drenar coágulos de sangre acumulados en su cerebro debido al derrame cerebral masivo que sufrió. Según Shlomo Mor Yosef, el director del Hospital Hadassa de Jerusalén, donde está ingresado, tras la última intervención quirúrgica el derrame de sangre en el cerebro se ha detenido y el escáner muestra "una significativa mejora comparada con los escáneres previos".

Ese fue el único apunte de optimismo que el equipo de neurocirujanos se permitió en una nueva jornada de rumores sobre la muerte del veterano primer ministro, de 77 años. El objetivo de la operación fue aliviar la presión en el cráneo que originaban los coágulos de sangre que aún tenía el cerebro. Por lo demás, Sharon sigue en coma inducido, sedado y con respiración asistida, y si el jueves los médicos hablaban de despertarlo de la anestesia en 48 horas, ayer ya no se atrevieron a precisar un plazo.

INCERTIDUMBRE Los responsables del hospital criticaron ayer con dureza a quienes afirman que las posibilidades de recuperación de Sharon son escasas, ya que en su actual estado no puede aventurarse nada. Según los neurocirujanos, hay las mismas posibilidades de que se despierte en estado vegetal como de que se recupere totalmente. Eso sí, fuentes médicas indicaron que la operación del miércoles fue "heroica", y que en circunstancias similares muchos pacientes ni siquiera son operados.

El Hospital Hadassa fue de nuevo ayer el centro de atención de un país que sigue con el corazón en un puño el desarrollo de los acontecimientos. Hasta allí acudieron el primer ministro en funciones, Ehud Olmert, el veterano político Shimon Peres y varios asesores de Sharon cuando se anunció que el primer ministro había vuelto al quirófano.

De hecho, Olmert y Peres cancelaron una reunión cuando recibieron la noticia. Los dos hablaron de cómo continuar las políticas de Sharon, basadas, según el premio Nobel de la Paz, en "una incansable lucha contra el terror mientras se avanza en el proceso de paz".

PRESENCIA BASICA La intención de Ehud Olmert era transmitir a Shimon Peres que su presencia en Kadima es básica para que el partido fundado por Sharon gane las elecciones del 28 de marzo. El número dos de Sharon teme que si Peres abandona la formación y regresa al partido Laborista --como pretende su líder, Amir Peretz-- sea el inicio de un regreso de los políticos que han abandonado el Likud o el mismo partido Laborista.

"Sharon es una figura clave, no sólo por lo que ha hecho, sino por lo que podría haber hecho de continuar por el mismo camino", se limitó a declarar Peres. La prensa israelí especulaba con la posibilidad de que Olmert pudiera ofrecerle a Peres un ministerio --entre sus potestades está la de nombrar ministros-- para asegurar su fidelidad. Fuentes cercanas al premio Nobel de la Paz indicaron anoche que éste aceptaría, hasta las elecciones, la cartera de Asuntos Exteriores, que ahora ocupa uno de los dirigentes del Likud, Silvam Shalom. Las encuestas efectuadas tras el derrame siguen dando la victoria al Kadima.

Lo que está claro es que Olmert trata de enviar mensajes de estabilidad al Kadima, como el nombramiento de un director de campaña, sobre todo después de que las encuestas hechas un día después del derrame de Sharon indiquen que, liderado por Olmert o Peres, el partido obtendría una amplia victoria similar a la augurada con Sharon.